Tony era un niño de segundo grado de primaria, era un poco travieso, pero era aplicado y quería mucho a sus amigos, su travesura más grande había sido cambiar el número de los salones el primer día para confundir a los estudiantes y que entraran a otro salón.
Un día mientras estaba en clase, una compañera suya, Sofía, pasó a exponer sobre una tarea que les habían dejado el día anterior, mientras lo hacía alguien le lanzó un pedazo de torta y Sofía empezó a llorar, su maestra, quien estaba sentada en la fila del frente viendo la exposición se levantó muy enojada – ¿Quién fue? – Preguntó furiosa, pero nadie sabía quién había sido, pues no lo vieron, a excepción de José, quien aseguró que Tony lo había hecho, la maestra se sorprendió, pues, a pesar de que Tony era algo travieso, nunca se habría imaginado que le hiciera eso a alguien, Tony aseguraba que él no había sido, pero la maestra no le creyó y lo castigó, creyendo que era lo mejor antes de que el comportamiento de Tony pudiera empeorar.
Esa noche Tony estaba acostado en su cuarto, muy molesto con la maestra y con sus compañeros que no lo defendieron, estaba tan molesto que no podía dormir, de pronto notó un brillo que salía por el borde de su puerta, se levantó de su cama y salió de la habitación, ese resplandor parecía venir de la cocina, lo siguió y en la mesa vio que había un micrófono brillando, lo tomó y la luz desapareció, pero el micrófono seguía ahí en sus manos, lo encendió y cuando iba a hablar escuchó la voz de su mamá – Tony ¿Estás ahí? – Tony bromeando intentó responderle como si fuera su papá – No, soy yo – Pero al entrar su voz al micrófono se escuchó como si en realidad hubiera sido su papá el que respondía – Ah bueno, ya me voy a dormir – Respondió la madre de Tony y se fue, Tony estaba impresionado, era un micrófono que le cambiaba la voz, pensó en su maestra y habló como si fuera ella – Niños hoy no hay tarea – Y como lo esperaba, la voz de su maestra fue la que salió del micrófono, Tony maravillado guardó el micrófono en su mochila y se fue a dormir.
Al día siguiente en la escuela Tony se sentó hasta atrás, donde nadie lo pudiera ver, más tarde, la maestra estaba concentrada revisando exámenes mientras los niños trabajaban, Tony sacó su micrófono y lo escondió debajo de la mesa, se agachó para no ser visto y pensando en la voz de su maestra dijo – Niños pueden salir a jugar – Todos los niños se levantaron gritando y corrieron a la puerta para salir del salón, la maestra confundida corrió atrás de ellos diciéndoles que se metieran, pero justo en ese momento iba pasando el director – Maestra ¿Qué hacen esos niños afuera? – Preguntó de forma enojada – No lo sé director, solo brincaron y se salieron corriendo – Respondió confundida la maestra – Pues contrólelos – Respondió el director, la maestra se fue a llamar a los niños que estaban en el patio y el director se fue a su oficina, mientras tanto Tony, que había escuchado todo, caminó escondido por fuera de los demás salones llamándole a los maestros fingiendo la voz del director, diciéndoles que debían ir a una junta en el auditorio municipal y que él se quedaría con los alumnos. Los maestros se fueron diciéndole a sus alumnos que se quedaran sentados esperando al director, pero más tarde nuevamente Tony pasó diciéndole a los niños que podían salir a jugar.
Todos los alumnos estaban afuera de los salones, Tony a escondidas usaba su micrófono para decir cosas sobre algunos alumnos con voz de otros, le causaba mucha gracia, pero esto provocó peleas y, al no tener supervisión, otros niños pequeños se habían lastimado en el área de juegos, Tony había provocado un desastre, fue a la oficina del director y no había nadie, pues el director había salido. Preocupado, Tony pensó en usar el micrófono para intentar hacer que los alumnos volvieran a sus salones, pero nadie lo escuchaba, Tony se desesperó y se asustó, ya no sabía qué hacer y todo podría empeorar, justo en ese momento regresó su maestra, quien se encargó de mandar a todos los niños a sus salones de vuelta, Tony fue el primero en regresarse, seguía espantado y decidió deshacerse de ese micrófono aprovechando que nadie lo veía, pero al momento de haber tenido esa idea el micrófono volvió a brillar y desapareció.
Todos los niños entraron a sus salones y los maestros fueron regresando a la escuela, esa tarde regañaron a todos, pero aún así, al final del día Tony fue y abrazó a su maestra, prometiéndole que ya no iba a hacer travesuras, y ella le prometió que sería más comprensible.
Moraleja. A veces las cosas parecen injustas, pero todos nos equivocamos, lo importante es aceptar el error, comunicar los sentimientos y actuar de forma responsable y sin rencores, además de obedecer y entender las reglas, porque de otra forma se puede salir de control.