Leno el perro

Leno era un perro al que le gustaba jugar, tenía muchos juguetes, pero su juguete favorito era un hueso de goma, solía ir al patio de su casa y enterrarlo, después lo buscaba y se lo llevaba a otro lado.

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Un día llegaron dos ardillas a vivir a su patio, se llamaban Tefe y Pifi, llevaban consigo muchas bellotas, al ver Leno lo que llevaban se llenó de curiosidad, nunca había visto una de esas y quería una, así que fue con las ardillas y les ofreció su hueso de goma a cambio de una bellota, ellas aceptaron e hicieron el intercambio, al tener Leno esa bellota se puso a investigar qué era y para qué la podría usar, pero se decepcionó cuando descubrió que no era algo suave, no rebotaba y definitivamente no era un juguete, así que, desanimado intentó regresar con las ardillas para deshacer el cambio, pero ellas se negaron, ya había hecho un trato y tenía que respetarlo.

Leno se fue muy triste pensando lo que podría hacer con esa bellota, a las ardillas les servían, pero a él no, iba caminando decepcionado cuando se encontró con un ratoncito que llevaba una bola de estambre, el ratón al ver la bellota de Leno le ofreció cambiársela por su estambre, Leno no tenía nada que perder, así que le cambió la bellota y se fue a la sala de la casa.

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Estando en la sala intentó encontrarle una función al estambre, lo olfateó, lo lamió, lo escuchó y lo vio por varios minutos, pero fue inútil, esa bola de estambre no servía para nada, en ese momento se le ocurrió una idea, tal vez las ardillas podrían querer cambiarlo por su hueso, así que fue con ellas a ofrecerles un nuevo trato, pero al escuchar la propuesta del perro las ardillas se empezaron a burlar de él, pues ya había hecho un trato y debía respetarlo.

Leno se fue triste de vuelta a la sala cuando se cruzó con Mufa la gata, quien llevaba su vieja manta para tirarla a la basura, pero al ver la bola de estambre que tenía Leno, le ofreció cambiársela por su manta, Leno no tenía nada que perder, así que le cambió la bola de estambre y regresó al patio.

Estando otra vez en el patio, Leno tendió la vieja manta y se recostó, pero picaba tanto que se levantó enseguida, otra vez tenía algo que no le servía para nada y extrañaba mucho su hueso, pero Tefe y Pifi jamás iban a querer devolvérselo a cambio de esa fea manta, finalmente, cansado prefirió llevarla a la basura y olvidarse de todo, pero justo en ese momento una mamá cuervo bajó volando y aterrizó frente a él, sostenía un trozo de papel en su pico, la mamá cuervo había visto a Leno desde lejos y esa vieja manta le serviría para su nido, así que le ofreció cambiársela por su trozo de papel, Leno no tenía nada que perder, así que cambió la vieja manta y se fue a recostar a la puerta de la casa con ese trozo de papel que le cambió la mamá cuervo.

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En ese momento una campanilla empezó a sonar, era un señor que iba en su bicicleta vendiendo juguetes para mascotas, entre ellos muchos huesos de goma, se paró frente a Leno y le preguntó si quería uno, Leno reconocía esas palabras, pues era lo que le decía su amo cuando lo llevaba a la tienda, así que hizo lo que hacía con su amo, brincó feliz, dio una vuelta y se sentó mirando con ternura al vendedor, éste creyó que Leno estaba tan bien entrenado que podía comprar sus propias cosas, pues incluso llevaba un billete en el hocico, así que estiró la mano y Leno entendiendo la seña le dio el billete, el vendedor lo tomó y se sorprendió, con ese billete alcanzaba a comprar 5 juguetes y de entre la variedad de juguetes que el vendedor llevaba Leno eligió 5 huesos de goma, se los entregaron en una bolsa de papel reciclado y Leno se fue feliz al patio a jugar con sus nuevos huesos.

Ya estando en el patio se le acercó la ardilla Tefe, pues quería deshacer el trato y recuperar su bellota, pero era tarde, habían hecho un trato y debía respetarlo.

Fin.


El listón de Mía

Mía era una niña muy juguetona, vivía en una pequeña ciudad en una pequeña casa blanca con un pequeño patio trasero, en su patio había un pequeño árbol y en ese árbol Mía tenía una pequeña casita que le había hecho su papá.

Todos en esa ciudad conocían a Mía, y la reconocían porque siempre llevaba un listón rosa en su cabello, se lo había regalado su papá antes de irse a un viaje de negocios, a Mía le gustaba mucho ese listón.

Un día Mía recibió una noticia por parte de su mamá, su papá ya iba a volver de su viaje, Mía se emocionó bastante y se fue a cambiar de ropa usando su listón rosa, su mamá le había dicho que no se ensuciara para que cuando su papá llegara la encontrara limpia, así que Mía se fue a jugar en su casa del árbol, pues ahí no habría riesgo de manchar su ropa.

Más tarde Mía sintió un poco de sueño y decidió irse a acostar a su cuarto, pero cuando estaba bajando del árbol su listón se jaló con una rama, se soltó de su cabello y salió volando, Mia corrió persiguiendo su listón que era desplazado por los aires, hasta que este se elevó más y se perdió totalmente entre las nubes.

Mía regresó preocupada a su casa, no tenía su listón y su papá iba a estar triste, así que rápido intento sustituir su moño con algo que encontrara por la casa, fue al cuarto de su mamá y tomó una bufanda rosa y se la puso en la cabeza, pero estaba tan grande que le daba mucho calor, así que fue a buscar otra cosa, entró a la sala y vio un adorno de escarcha rosa, intentó ponérsela en la cabeza pero este se deshacía y le provocaba picazón, prefirió seguir buscando, llegó a su cuarto donde encontró un pequeño plumón rosa, este parecía confundirse entre su cabello, pero era tan rígido que le incomodaba, en eso su mamá la llamó para comer, Mía se sentó en la mesa frente a un plato de spaghetti, estaba tan desesperada que tomó una tira y se la acerco a la cabeza, cuando iba a colocarse el spaghetti en el cabello su mamá la vio y la detuvo, le preguntó que dónde estaba su listón y Mía empezó a llorar, le contó lo que había pasado y cómo estuvo intentado reemplazarlo, también le contó su preocupación sobre lo triste que estaría su papá al ver que perdió su regalo, su mamá escuchándola sonrió, la abrazó y la tranquilizó, su papá iba a estar feliz por volver a verla y no tenía por qué estar triste, Mía se calmó un poco, aunque seguía triste por haber perdido el regalo de su padre.

Más tarde alguien llamó a la puerta, Mía se dirigía a abrir pero su mamá desde lejos le gritó que esperara, Mía confundida volteó para preguntarle por qué y la vio apresurada bajando las escaleras con un pequeño listón rosa en la mano, se lo puso a Mía y después abrieron la puerta, era su papá, Mía lo abrazó y le enseñó el listón que tenía, su papá la miro cariñosamente y después la abrazó, luego se acercó la mamá y se abrazaron todos, el papá de Mía se dirigió a su Mamá – ¿Y el listón que te regalé? – Le preguntó – Perdón, es que se me perdió – Respondió mientras le giñaba el ojo a Mía.

Fin.


El duende y la sirena

En un pequeño bosque, oculto entre un gran pantano de humo industrial y una enorme jungla de ruido y concreto habitan criaturas encantadas encargadas de mostrar el bien a la humanidad, dos buenos amigos que tienen en común sus poderes y su bondad, uno de ellos un pequeño duende, y el otro, una sirena.

En sus mejores años estos amigos conocían a muchas personas, les ayudaban a ser felices, disfrutar a su familia y ayudar al mundo, pero en los últimos años, con el crecimiento de la jungla ruidosa y el pantano humeante, los humanos desaparecían de a poco, así que no les quedaba más que reunirse en el lago de la sirena y platicar de esos antiguos tiempos y sus experiencias con sus amigos lo humanos.

Un día, mientras platicaban, escucharon una voz, parecía pedir ayuda, pero no parecía pedir ayuda en el modo que ellos conocían, más bien eran órdenes, el duende se acercó al origen de esa voz y vio a una persona cubierta por elegantes y limpias telas, además de objetos brillantes en su cuello, cabeza, pies y muñecas, y al lado suyo una enorme caja extraña con ruedas, a una de ellas le faltaba aire, esa persona le hablaba a otra caja pero una muy pequeña que le respondía, el duende se sorprendió y se regresó al lago con la sirena, estando ahí le platicó lo que vio, los humanos habían encerrado la magia en cajas, la sirena también se sorprendió, ni siquiera ella sabía cómo se hacía eso, pero al parecer, las personas ya no los necesitaban y esto los hizo ponerse tristes.

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En un momento escucharon los arbustos moverse, voltearon para recibir al invitado, era una niña, caminaba hacia ellos pero no los veía, pues tenía una caja de magia con ella y era lo que observaba, no se fijó que estaba cerca de caer al agua, el duende corrió y se paró frente a ella para después decirle en voz alta que tuviera cuidado, la niña se detuvo y apartó su mirada de la caja, observó al duende y lanzó una expresión confundida, no sabía lo que era él, la niña curiosa le preguntó si salía en la tele, duende no sabía de lo que le hablaba, después sirena le habló a la niña, le preguntó que por qué ya no habían ido, la niña no entendía por qué le preguntaba eso, enseguida los arbustos se movieron de nuevo y esta vez entró el hermano menor de aquella niña, al igual que ella observaba la caja de magia, su hermana le advirtió sobre el lago, pero el niño no la escuchó y se cayó al agua, asustado empezó a patalear, no sabía nadar, pero sirena fue por él y lo salvó, lo dejó a la orilla del lago y lo secó usando su magia.

Ya estando todos tranquilos en la orilla del lago los niños le preguntaron a los amigos mágicos quienes eran ellos, sirena les contó sobre sus historias con otros humanos y cómo fue que dejaron de verlos, los niños se cautivaron por la historias de sirena, haciendo a un lado a duende, quien sintiéndose excluido preguntó a la niña por su caja de mágica buscando su atención, enseguida la niña encendió su artefacto y se puso a mostrarle todas las cosas a duende mientras caminaban hacia la sombra de un árbol para sentarse, mientras que el niño al no tener ya su caja, pues se había mojado, decidió quedarse con sirena y escucharla.

El tiempo avanzaba y los niños seguían platicando con las criaturas, hasta que la caja de la niña perdió su brillo y dejó de funcionar, pero duende ya entendía un poco más sobre esa nueva magia, la niña se fue donde estaba sirena contando sus historias y duende se quedó repitiendo en su mente lo que había visto.

Cuando atardeció los niños escucharon a su padre que les llamaba, se despidieron y se fueron. Duende se acercó con sirena y le contó que ya sabía sobre la nueva magia y los nuevos humanos, pero para entenderles debía actualizarse, así que para enseñarle cómo debía ser usó su magia para cambiarse de ropa y empezó a hablar de una forma que sirena consideraba grosera, esto hizo que ambos se molestaran, sirena no aceptaba el nuevo comportamiento de duende y duende le reprochaba que por no actualizarse se estaban quedando solos, así que molestos los dos se fueron sin despedirse.

Ya en su casa duende empezó a reflexionar, sirena no le había hecho nada y aun así él la había ofendido, pensó en que a pesar de los años que habían pasado y los amigos que dejaron de ver, ellos dos seguían juntos compartiendo su amistad y ayudándose, los tiempos cambiaban, pero no era excusa para que las personas no mantuvieran su esencia humana y sus valores, no querría ser una persona moderna si eso significaba perder las amistades y entregarle la atención a una caja mágica. Recordó además cómo llegaron los niños tan perdidos y confundidos, y cómo se fueron sonrientes y alegres después de escuchar a sirena, así que decidió al día siguiente ir a disculparse.

Esa mañana sirena lo esperaba con una enorme sonrisa, veía a duende apenado y sabía que, aunque los tiempos cambiaran siempre tendría a su amigo, se abrazaron y duende le preguntó sobre su truco para no sentirse mal por estar excluida, ella le contó que al estar siempre en el lago se tuvo que acostumbrar a perderse de muchas aventuras en la tierra, pero sabía que la paciencia valía la pena cuando encontrabas una amistad verdadera. Duende tuvo una gran admiración por sirena y le agradeció haber estado juntos en tantas aventuras y, aunque fueran ya pocos los humanos que los visitarían, ellos estarían siempre alegres y dispuestos a ayudar.

Moraleja: La amistad real prevalece aún sobre los tentadores cambios tecnológicos, y es más duradera que cualquier moda pasajera.


Nukky – Parte 2

Los días pasaban y Joquín le enseñaba cosas a Andaya, aprendió los procesos de cultivo, cómo hacer casas dependiendo la estación del año y como administrar los recursos que tenían, Andaya le llevaba estos conocimientos a Gran líder, pero él no los tomaba para nada bien, pues nada de eso les iba a servir ya que ellos saqueaban y de eso vivían, esto los llevaba a discusiones constantes, hasta que un día Andaya se molestó tanto por las desconsideraciones hacia ella y sus propuestas que quiso escapar, así que fue a la celda de Joquín y lo liberó mientras los guardias cenaban, eso les dio el tiempo suficiente para correr fuera del pueblo, ya estando lejos escucharon cómo todo mundo se movilizaba para encontrarlos, debido a esto no pudieron detenerse a descansar y estuvieron toda la noche huyendo, hasta que finalmente, agotados cayeron dormidos a la mitad del camino.

Al día siguiente, al despertar, Joquín y Andaya se encontraban al borde de un precipicio, todo estaba desierto y cubierto por nieve, no había rastros de ninguno de sus pueblos, seguramente los seguían buscando, así que decidieron quedarse en ese sitio que tenía vista libre para todo su alrededor, construyeron una pequeña chosa y buscaron comida y semillas para cultivar.

Las semanas pasaron y no parecía haber contacto con nadie, estaban solamente ellos dos, Anaya se sentía nerviosa, pues temía que ellos dos serían muy débiles para enfrentarse a la naturaleza solos, Joquín por su parte, se sentía cansado de todo el trabajo que debían hacer únicamente ellos dos, fastidiados por la situación optaron por caminar y explorar en busca de sus comunidades, anduvieron por un rato hasta que llegaron a una zona deshabitada, parecía una comunidad abandonada y decidieron pasar la noche ahí.

En la madrugada unos sonidos de cadenas arrastradas y pisadas en la tierra los despertaron, alguien entró a la casa donde estaban derribando la puerta, eran guardias del pueblo de Andaya, quienes al verlos se los llevaron presos de vuelta a la comunidad y, a pesar de que Andaya quería explicarle a su padre sobre todo el espacio sin habitar y sus conocimientos de supervivencia para evitar la guerra y los saqueos, Gran líder no quiso escuchar y los mandó a celdas distintas.

Joquín estaba de regreso en su celda, pero Andaya ya no le llevaba la comida ni platicaba con él, habían estado tanto tiempo juntos que se había acostumbrado a su presencia, era una sensación extraña.

Esa noche Joquín se preparaba para dormir cuando escuchó ruidos de piedras golpeando su ventana, se asomó y vio que era el niño del jitomate, se había enterado que atraparon a Joquín y quiso ir a platicarle sobre su proyecto y agradecerle, pues ahora tenía ese alimento y lo vendía sin que Gran líder lo supiera. Joquín se puso contento por eso y le preguntó a aquel chico si sabía en qué celda estaba Andaya, él le respondió que si sabía y Joquín le pidió que le enviara un mensaje por él, el niño aceptó y se fue a la ventana de la celda de Andaya.

Andaya estaba dormida, pero escuchó un susurro que la llamaba y se despertó, parecía que el sonido provenía de la ventana, revisó y se encontró al chico, le mandaba un mensaje de Joquín, quería que se escaparan y fueran a su pueblo, pues estaba seguro de que los aceptarían ahí, Andaya se emocionó por la idea y agradeció al niño por llevarle el mensaje y le pidió que le confirmara a Joquín su idea.

Joquín estaba contento y listo para preparar su plan, pero en eso un fuerte golpe se escuchó a la entrada del pueblo, eran los cazadores de su aldea que iban para reclamar a su integrante Joquín, como la mayoría de los guardias estaban dormidos, los cazadores pudieron llegar hasta la celda de Joquín y llevárselo, él insistió para que fueran también por Andaya, pero Brud se negó, no aceptarían como miembro de su aldea a nadie del pueblo rival, Andaya vio por su ventana cómo se llevaban a Joquín a empujones y jalones.

La guerra entre las tribus había iniciado, cuidaban su territorio y les prohibían a sus habitantes salir de sus casas.

Joquín estaba frustrado por la situación, nadie quería escucharlo y él había conocido aquel lugar donde sabía que se podría vivir bien, así que hizo sus planes y se marchó a escondidas de los habitantes mientras los cazadores iban a trabajar. Durante su escape se topó con Jovina y Midia, ellas sabían la historia de Joquín y le preguntaron si se iba a escapar a lo que confesó que sí, pero les pidió que guardaran el secreto, ellas respondieron que querían irse también, pues no estaban cómodas en ese lugar. Joquín no quería, pero finalmente aceptó, pues las niñas se estaban perdiendo de su vida por estar encerradas y en una guerra. Joquín les propuso que lo esperaran mientras intentaba rescatar a Andaya, les dijo que volvería por ellas y se irían para iniciar de nuevo, se dio la vuelta y continuó su camino a la salida.


Nukky – Parte 1

Joquín vivía en una Aldea cercana al polo norte, las personas solían tener roles en cuanto a caza, agricultura, vigilancia, cocina, producción, mantenimiento y cuidado de los menores, esta última era el área de la cuál Joquín se hacía responsable, todos los días iba casa por casa recogiendo a los niños para llevárselos al área de aprendizaje, que era como un tipo de escuela con un solo profesor, ahí les enseñaba cosas básicas sobre las costumbres y las tradiciones de la aldea, descubría las habilidades de los niños y cuando eran algo mayores los mandaba a aprender su rol definitivo con ese respectivo grupo.

Cada año la aldea hacía una fiesta para recordar a sus antepasados y celebrar su eficiencia como pueblo, todos los grupos se reunían entre ellos, charlaban y se reían, pero Joquín al ser el único en su área no tenía con quien platicar, únicamente algunos alumnos que se acercaban a saludarlo, entre ellos Jovina y Midia, dos alumnas que conocían todos los chismes de la aldea, ellas le contaron que los cazadores habían encontrado una aldea nueva a unos kilómetros de ahí, y que al día siguiente irían a dialogar para aliarse con los vecinos.

Más tarde el líder de los cazadores, Brud, fue con Joquín, le contó el plan sobre ir con la aldea vecina, iban a llevarlo para que fuera el encargado de presentarlos y negociar, y así lo hicieron, a la mañana siguiente se levantaron temprano y se dirigieron a la nueva aldea, pero cuando se acercaron a la entrada una red cayó de lo alto y los atrapó a todos, al mismo tiempo que personas con lanzas los rodearon, Joquín y su grupo levantaron las manos alegando que no iban con malas intenciones, en ese momento un hombre llegó escoltado por más hombres armados, se presentó como el líder de ese lugar, le decían “Gran líder”, él les hizo saber que su pueblo era una pequeña extensión de una aldea aún más grade, y que ellos habían salido a explorar para ampliar su poder, Joquín en ese momento habló y dijo que solo buscaban formar alianza y crear una unión de ayuda mutua, el líder de la nueva aldea se mostró dudoso, pero al final aceptó, ordenó liberar a los presos y los mandó de regreso a su aldea acompañados de un grupo de soldados que revisarían el lugar.

Cuando iban de regreso Joquín notó que el camino era distinto al que habían tomado en la mañana, los árboles parecían más abundantes y espesos, se acercó hasta donde estaba Brud para preguntarle, pero su intención se cortó por un crujido que se escuchó, rápidamente todos los cazadores de la aldea de Joquín se tumbaron al suelo y Brud saltó sobre Joquín para bajarlo también, instantáneamente un tronco cayó y golpeó a los soldados de la otra tribu, quienes no alcanzaron a reaccionar, luego los cazadores se lanzaron sobre ellos y los ataron, Joquín preguntaba insistentemente sobre esa acción, los soldados eran aliados y acababan de iniciar un conflicto, en ese momento se escucharon ruidos en los arbustos, era Gran líder junto con otro grupo de soldados, quienes los habían estado persiguiendo en sigilo.

Gran líder estaba sorprendido, pues no creía que aquellos aldeanos fueran tan inteligentes y precavidos, por eso mismo decidió volver a su pueblo amenazándolos, les dijo que la alianza estaba rota y que debían llevarles la mitad de sus recursos si no querían que los rastrearan y tomaran su pueblo, y como amenaza final se llevó a Joquín como prisionero ante los ojos de los cazadores que no pudieron hacer nada.

Cuando llegaron al pueblo metieron a Joquín a una celda oscura y fría echa de concreto y con solo una pequeña ventana echa de barras de metal, la cual daba vista a la plaza, Joquín estaba pidiendo que lo liberaran, alegando que todo había sido una confusión, en ese momento la puerta fue abierta por un guardia y una mujer entró a la celda, se presentó ante Joquín, su nombre era Andaya e iba a interrogarlo para saber las estrategias de la aldea, su ubicación y su armamento, Joquín se disculpó por no saber la información, le explicó cuál era su función y que no conocía las estrategias ni armas de los cazadores ni vigilantes, le contó que no salía de la aldea muy a menudo y que incluso no sabía de la existencia de la trampa que habían usado los cazadores. Andaya era muy lista para interrogar y sabía cuando alguien le mentía, sabía que el miedo de Joquín y su naturaleza para contar lo que pasaba lo respaldaba, así que salió de la celda.

Joquín escuchó como afuera de la celda Andaya y Gran líder platicaban, Gran líder esperaba obtener toda la información de los enemigos, pero al enterarse de la ignorancia de Joquín con los temas de lucha por parte de su aldea se molestó y se lamentó – Me vieron la cara, no van a sentir el más mínimo remordimiento por dejar aquí a ese inútil – Joquín escuchaba espantado y un golpe en la puerta lo hizo saltar del susto, era el guardia quien le pedía no estar de metiche, mandándolo al rincón de la celda.

Al día siguiente Andaya fue a visitar a Joquín a su celda, le comentó sobre un plan de Gran líder para que los guiara de regreso a su aldea, iban a saquear todo pero le permitirían a Joquín vivir con ellos, Joquín tenía mucho miedo de que le pudieran hacer algo si no aceptaba ayudarlos y aliarse a ellos, pero finalmente se armó de valor y declinó la oferta, Andaya intentó convencerlo, pues en ese trato se incluían intereses personales suyos, ya que si lograba concretar ese plan podría demostrarle a su padre que estaba lista para dirigir la prisión, pero sus intentos fueron en vano, Joquín no quería acceder además de que no sabía cuál era el camino de vuelta a su casa, Andaya se fue decepcionada.

Esa tarde Joquín escuchó un ruido en la calle, se asomó por la ventana y vio a un niño que se encontraba jugando con una pelota de cuero, en ese momento llegaron otros dos niños, uno de ellos se estaba comiendo un jitomate – Está padre tu pelota, ten te la cambio por el jitomate – Dijo uno de ellos mientras le arrancaba la pelota y le lanzaba ese jitomate a medio comer al piso, luego se dieron la vuelta y se alejaron riéndose, el niño empezó a llorar y la escena hizo que Joquín se sintiera muy mal – No llores – Le dijo Joquin al niño – Con ese pedazo de jitomate puedes tener muchos más – El niño estaba confundido, Joquín le explico qué podía plantarlo y cuidar su crecimiento, le contó una experiencia de cuando él era niño y cómo había plantado un árbol junto a su padre, incluso le había puesto un nombre a su árbol, toda esa plática emocionó al niño quien salió corriendo a buscar el sitio y las herramientas para plantar ese jitomate como Joquín le había explicado.

Ya por la noche Andaya fue a llevarle de cenar a Joquín, se sorprendió porque lo encontró sentado en el suelo con unas pequeñas piedras, le cuestionó sobre lo que hacía con esos objetos, él le platicó que hacía operaciones matemáticas, ella no entendía a que se refería así que Joquín le explicó, al finalizar ella tenía curiosidad sobre qué otras cosas conocía Joquín, y le pidió si podía ir al día siguiente para que le siguiera enseñando, el aceptó y Andaya se fue.


Sandra (Parte 3)

Cuando llegaron al hospital, Lorenzo y su esposa Raquel se dirigieron a urgencias, mientras que Genaro se fue a la habitación de Constantino para platicarle sobre la muñeca, pero cuando llegó, éste tenía a la muñeca abrazada y le acomodaba el cabello –No puede ser, ¿Cómo llegó aquí?– Preguntó Genaro exaltado –Gracias por traer a mi nena Genaro, ya me platicó que le compraste un chocolate, y dice que quiere ver al bebé de tus vecinos cuando nazca– Genaro no creía lo que pasaba, eran demasiadas cosas para una simple coincidencia o imaginación suya –Voy al baño– Dijo nervioso mientras se alejaba, Constantino se veía muy tranquilo con esa muñeca, ¿Sería acaso una mala broma? Pero no quería saber nada de eso, debía tranquilizarse y pensar con claridad, mientras salía del hospital se cruzó con Lizbeth –Hola Genaro– Le saludó de forma alegre –¡Hola Lizbeth, que sorpresa! Creí estabas fuera de la ciudad – Dijo Genaro sorprendido –Si, estaba fuera, pero porque fui a buscar ayuda, justo acabo de regresar y vengo a ver Constantino– Platicó Lizbeth –Pues parece que está bien, ya tiene humor de nuevo para hacer bromas– Respondió Genaro nervioso –¿Qué te hizo ahora?– Preguntó Lizbeth sonriendo –Pues me dio una muñeca para llevármela a mi casa y la cambiaba de lugar, no sé como le hizo o quién le ayudó– Lizbeth se puso repentinamente seria y asustada –Oye, y por cierto, ¿Qué tipo de ayuda fuiste a buscar?– Preguntó Genaro, pero Lizbeth ya no se quedó a platicar y se fue corriendo a buscar a Constantino, Genaro se puso pálido y mareado al pensar que eso no había sido una broma, se tambaleaba, pero hizo su esfuerzo para seguir a Lizbeth.

Ambos llegaron a la habitación de Constantino –¿Dónde está Sofía?– Preguntó Lizbeth alterada, Genaro escuchó el nombre y lleno de pánico confirmó lo que estaba pasando –Ya se fue, va a ver al bebé de Lorenzo y Raquel– Dijo Constantino sin preocupación alguna, Genaro no aguantó más y cayó desmayado. Horas después se despertó, estaba en una cama en el hospital, al lado suyo estaba Lizbeth hablándole –Despierta, Genaro, ¿Qué pasó en tu casa?– Al despertarse Genaro ignoró lo que Lizbeth decía y en cambió preguntó sobre lo que le había pasado, solamente se había desmayado y lo recostaron en esa camilla, enseguida un doctor entró y lo dejó irse –Lizbeth, necesito que me expliques lo que está pasando– Dijo molesto y frustrado –Bueno, te cuento… Cuando perdimos a nuestra bebé la pasamos muy mal, más Constantino, no comía, no platicaba ni hacía nada, yo no tenía fuerza ni ánimos tampoco, Sofía era una muñeca que ya le había comprado a nuestra hija, Constantino no sabía, y con todo el dolor que teníamos decidí ir con una especie de bruja en otro pueblo, ella nos pondría el espíritu de nuestra hija en la muñeca, pero quien está ahí no es mi hija –Genaro estaba asustado y confundido, no podía juzgar, pues se imaginaba el dolor que habrían sufrido –¿Y qué hay que hacer ahora?– Preguntó –Debemos ir por Sofia y liberarla leyéndole un escrito que tengo en mi bolsa, enseguida hay que clavarle este amuleto en el pecho– Dijo mientras levantaba una pequeña piedra azul.

Los dos se fueron a investigar el lugar donde estaban Lorenzo y Raquel, cuando llegaron a la habitación ya no estaban los nuevos padres, solo quedaba Sofia al pie de la cama destendida, en ese momento una enfermera entró a la habitación, ella les confirmó que ya se habían ido a su casa, pues increíblemente Raquel se sentía demasiado bien y quería descansar en su hogar, Lizbeth y Genaro se sentían aliviados, pues Sofía estaba ahí y no tenía nadie a quién pudiera hacerle daño, así que la tomaron y se fueron en el auto de Lizbeth a la casa de Genaro para hacer el ritual de liberación de ese espíritu, durante todo el camino Genaro llevaba a Sofia alzada entre sus brazos, pero la sentía diferente, no había ese peso ni ese estorbo que él recordaba, no quiso darle importancia, quizás ya se había acostumbrado a esa energía.

Una vez que llegaron se fueron a la cocina y dejaron a Sofia sobre la mesa, Lizbeth leyó cuidadosamente ese texto, nada extraño parecía suceder, todo iba saliendo muy bien, al concluir la lectura, Genaro tomó el amuleto con su mano derecha, la elevó y la dejó caer con todo su peso y fuerza sobre el pecho de la muñeca, aquello había llegado a su fin, era demasiado tranquilo, extrañamente tranquilo, pues según las instrucciones de aquella cortante bruja, eso debió haber sido un gran reto y con un final notorio, así que por falta de convencimiento decidieron repetirlo, se cambiaron las tareas y lo leyeron en diferentes velocidades, pero todo seguía igual, esperaban que ese hubiera sido el final definitivo y salieron. Ya estando afuera se despidieron, Lizbeth iría al hospital para ver a Constantino y Genaro intentaría dormir un poco, cuando Lizbeth se fue Constantino decidió ir con los vecinos para visitarlos y ver al bebé, después seguiría con sus planes, tocó la puerta y le abrió Lorenzo –Hola vecino ¿Ya se te fue el susto?– Genaro se río –Si si, ya está todo bajo control– Lorenzo regresó devolvió una sonrisa alegre –Pues pasa vecino– Genaro entró a la casa, en la sala estaba Raquel en un sofá cubierta de cobijas y con su bebé al lado –Deberías estar en tu cuarto Raquel– Sugirió Genaro –Es lo que le dije, pero no quiere, y como es la que más ha trabajado en estas últimas horas ella decide que hacer– Dijo Lorenzo bromeando, Raquel se rio mientras hacía movimientos negatorios con la cabeza –Mejor ayúdame a pararme para ir al baño– Le dijo Raquel a Lorenzo –¿Puedes quedarte con la bebé un rato Genaro?– Le preguntó –Claro vecina– Respondió Genaro, Lorenzo alzó a la bebé y se la dio a Genaro, después acompaño a Raquel y se fueron, Genaro empezó a hacerle ruidos graciosos a la bebé para intentarla hacer reír, después con voz apapachadora le preguntó –¿Cómo está la bebé?– Inesperadamente recibió una respuesta de una voz aguda –Te extrañé, ¿Me compras un caramelo?–.


Sandra (Parte 2)

Genaro salió de la estación de radio, su turno había terminado, así que decidió ir al hospital para visitar a su amigo Constantino, quería darle todas esas buenas vibras y mensajes de apoyo que le había mandado la audiencia, el camino al hospital era atravesando unos suburbios, donde estaba la casa de Constantino, al pasar por enfrente de la casa, Genaro sintió el peso de una mirada y una corriente de frío que lo hizo voltear hacia el cielo en busca de nubes de lluvia, pero el clima estaba despejado y soleado, volteó hacia la casa de Constantino y vio que la ventana de la sala estaba abierta, tenía unas cortinas que se desplazaban a un ritmo lento hacia adentro y afuera de la habitación, tuvo una sensación extraña al saber que esa casa estaba de momento deshabitada y que sus dueños tenían problemas “extraños”. Genaro quiso ignorar todo eso y continuar su camino, pero tenía una sensación de culpa que no lo dejaba irse, no sin antes cerrar esa ventana, hizo un gesto de desaprobación y se dirigió a esa ventana para cerrarla, pero mientras caminaba pisó algo, bajó la cabeza y vio una muñeca en el suelo, tenía dos coletas y un lindo vestido amarillo, la levantó y pensó en meterla a la casa antes de cerrar la ventana, pero no sabía si era de ahí o si se le había olvidado a alguna niña, buscó por alrededor pero no vio a nadie para preguntarle, entonces prefirió llevársela y preguntarle a Constantino una vez que estuviera con él.

Ya en el hospital se dirigió a la recepción y preguntó por la habitación de Constantino, la habitación estaba en el tercer piso, así que Genaro se fue al elevador aún con la muñeca en sus manos, ya adentro del elevador esta se le cayó, la levantó y en broma le dijo que se quedara quieta, una vez que se abrieron las puertas caminó y paso en frente de una máquina expendedora, le pareció escuchar la voz de una niña –¿Me compras un caramelo?–  no se le hacía extraño pues así eran todos los niños y tal vez había alguno de visita, finalmente llegó a la habitación de Constantino, quien al verlo entrar con la muñeca en sus brazos se emocionó mucho –Hola amigo, gracias por traerla, la extrañaba mucho– Dijo Constantino mientras levantaba los brazos para cargarla, Genaro se la entregó y le platicó sobre el programa –La gente te extraña amigo, y yo igual, así que debes hacer tu esfuerzo para mejorarte pronto– Decía de forma entusiasta, Constantino estaba acomodando el cabello de la muñeca –Si amigo, me dijo el doctor que en poco tiempo podrá darme de alta, pero mientras necesito que alguien me la cuide– Señalando a su muñeca –Ah pues yo pensaba dejarla en la sala de tu casa– Contestó Genaro –No, ella no puede quedarse sola, y tampoco puede quedarse conmigo porque de hecho no dejan que entren niños a este piso, por cierto ¿Cómo te dejaron entrar con ella?– Preguntó Constantino confundido, pero más confundido estaba Genaro por todo lo que le había dicho –Pues… nadie me dijo nada, pero si dejan entrar niños, escuché una niña pedir un dulce afuera– Afirmó Genaro –No amigo, son muy estrictos en ese sentido, en esta área específica del hospital no pueden venir niños– Genaro seguía confundido, mientras pensaba Constantino hablaba con su muñeca –Te vas a ir con Genaro y te vas a portar muy bien– Genaro perdido en su reflexión estiró los brazos para agarrar la muñeca –Vámonos –. Se despidieron y Genaro salió del cuarto con la muñeca, al pasar de nuevo frente a la máquina sacó un billete, compró un chocolate y lo guardó en su bolsa para comérselo en su casa.

Cuando llegó a su casa quería buscar las llaves, pero la muñeca le estorbaba, se sentía menos firme que antes –Si fuera humana parecería que se quedó dormida– Se dijo Genaro a si mismo bromeando, cuando encontró la llave entró, dejó el chocolate en la mesa de la cocina, puso la muñeca en una silla mecedora de la sala y se metió a bañar, cuando salió se colocó su bata de dormir y se sentó en el sofá de la sala para ver la televisión, recordó que había comprado un chocolate, así que se levantó para buscarlo, pero no lo encontró por ningún lado –¿En dónde lo puse?– Se preguntaba mientras rascaba su oreja, finalmente prefirió vestirse para salir a la tienda y comprar otra cosa, pero cuando se acercó a la puerta para salir vio a la muñeca en el suelo, la levantó y la volvió a poner en la silla, nervioso salió y compró una bebida fría, ya de regreso a su casa vio la silueta de una niña en la ventana de su sala, corrió para entrar y sorprender a quien estuviera ahí, pero no había nadie, la muñeca estaba en el sofá, Genaro tampoco estaba muy seguro de haberla dejado ahí, estaba sintiendo un poco de miedo, prefirió dejar esa bebida en el refrigerador e irse a dormir, ya dormido se sentía muy incómodo, el colchón parecía ser más duro de lo normal, como si estuviera dormido en una piedra, tenía mucho calor y no podía controlarlo, nunca había estado así de caliente su cuarto y menos en esa época del año, finalmente como pudo se durmió, en un momento empezó a hablar dormido –No, no puedes dormirte conmigo, vete a dormir a tu lugar– En ese instante se escuchó un llanto muy fuerte de bebé y se despertó, estaba empapado en sudor, todo estaba envuelto en silencio, miró lentamente a su alrededor y en la ventana vio a la muñeca sentada siendo iluminada por la poca luz que llegaba de la calle, se quedó pasmado de miedo en medio de la oscuridad y una calma inquietante, de pronto un repentino ruido de auto encendiéndose rompió el tenso silencio, esto le ayudó a reaccionar, se levantó a prisa y prendió la luz, volteó a la ventana y la muñeca ya no estaba, fue a la sala y tampoco estaba ahí, lleno de miedo salió de su casa, ahí estaba su vecino Lorenzo preparando su carro para salir y llevar a su esposa al hospital, pues iba a dar a luz, Genaro les rogó que lo llevaran también, quería estar lo más lejos posible de su casa, ellos lo notaron bastante asustado y accedieron, después se fueron al hospital.


Reptil (Parte 2)

El equipo estaba confundido y con un poco de miedo, estaban ante algo desconocido para la humanidad, pues entre sus investigaciones, e incluso la información clasificada y oculta a la ciudadanía no había nada parecido a eso, todos se observaban entre ellos, pero un silencio invadió el lugar, nadie quería decir nada por miedo a recibir una confirmación por parte de los demás, y es que, era algo que podría cambiar la forma de ver el mundo. El silencio estuvo acompañado de inexplicables y ligeras corrientes de aire, hasta que el ruido de un radio rompió ese tenso momento – ¿Están bien? – Preguntó Billy desde arriba asomándose por la orilla sosteniendo su radio – Si, estamos bien, hay información que debemos capturar, tardaremos un rato – Respondió Joaquín con un nudo en la garganta, el silencio volvió entre los cuatro compañeros que seguían abajo, aún les costaba hablar, hasta que Linda preguntó – Se trata de… ¿Una nueva inteligencia? – Todos volearon a ver a Joaquín – Eso parece, pero una civilización distinta a los pueblos de alrededor – Respondió de forma seria – Pues pudieron ser exploradores perdidos de otro lugar y estas son representaciones de sus creencias religiosas – Dijo Luis de forma optimista – No podemos hacer conclusiones tan precipitadas – Los demás apoyaron la idea, a pesar de que nadie parecía convencido, había un ambiente distinto a los anteriores descubrimientos , pero eran científicos y debían hacer todas las pruebas y las investigaciones posibles.

André había decidido llevarse a todos los lagartos a su casa para poderlos observar más de cerca y vigilarlos todo el día, pero para esto prefirió ponerlos en jaulas separadas, los llevó a su patio y a cada uno les dio un pequeño tiempo para salir de su encierro y caminar por los pastos, al final fue el turno del lagarto del pueblo Nabuhu, cuando André abrió la puerta de su la jaula el lagarto se quedó adentro, a diferencia de los demás quienes si habían salido a explorar, intrigado André puso la jaula de otro lagarto al lado y le abrió su puerta, pero esta vez no quiso salir, André tuvo la conclusión de que aquel lagarto daba indicaciones a los demás, y era tan inteligente que no respondía a los estímulos positivos al instante para así conseguir algo mejor, debido a esto, y recordando lo que había pasado en el laboratorio con la comida, André opto por no abrir las jaulas de todos al mismo tiempo, pues aunque quería hacerlo para seguir anotando su comportamiento, fuera del laboratorio era un poco peligroso.

Joaquín y su equipo seguían analizando aquel muro y todas las raras inscripciones que tenía, Dora encontró en el suelo lo que parecía ser un texto, no conocían el idioma, pero lo identificaban dentro de la rama del latín, tomaron fotografías de todos los espacios, buscaron fósiles cercanos o algo que les permitiera recrear lo más exacto posible la flora y fauna de aquel momento, en esa búsqueda tuvieron éxito, pues encontraros marcas incrustadas en las rocas y el suelo, además de muestras de los materiales del suelo para indagar sobre los años de antigüedad y los minerales que estuvieran presentes. Una vez recopiladas las muestras se prepararon para salir de ahí, pero mientras caminaban a la cuerda de rescate Louis se percató que una parte del suelo era más blanda a comparación de todo alrededor, todos querían regresar ya al campamento, pero Louis tenía la espina de investigar si había algo más, así que todos empezaron a subir mientras él escarbaba, estuvo un rato paleando sin encontrar nada, pero cuando perdía las esperanzas su pala chocó con algo duro – Es solo una piedra – Dijo Dora – Ya vámonos y deja eso, tenemos muy buenas muestras – Complementó Joaquín, Louis cuidadosamente intentó rodear y liberar aquel objeto – ¡Esperen! – Gritó de forma entusiasta – ¡Es un cofre! – Y siguió desenterrándolo – Ten mucho cuidado, no lo vayas a abrir aquí porque puede ser peligroso – Advirtió Joaquín – Ya sé, ya sé – Respondió Louis, después de tener todas sus muestras listas volvieron al campamento para empacar y regresar a la ciudad, pues sería más cómodo continuar allá las investigaciones.

André terminó su día, tenía solo una teoría sobre el liderazgo del lagarto, lo cual le causaba emoción por la posible inteligencia encontrada, aunque un poco de miedo por no conocer los límites de la misma, pero esa investigación la continuaría al día siguiente, fue a dormirse y dejó a todos los lagartos en la sala y enjaulados en hilera, además, les había puesto una cámara enfrente, no podían hacer nada sin que él se enterara.

A la mañana siguiente André se despertó, aún con lagañas en los ojos fue a la sala para revisar a sus animales, todo parecía normal, así que fue a la cocina por un plato de cereal, mientras desayunaba recordaba la forma en que guardó a los lagartos la noche anterior, y vino a su mente algo que lo hizo levantarse de golpe y correr hasta la sala ¡Estaban en jaulas diferentes! Los diferenciaba por su color, y el más amarillo, al cual había dejado en la jaula de la izquierda ahora estaba en la jaula del centro, no estaba muy seguro de que eso fuera cierto, pero ¡Tenía la cámara!  ¡Lo había grabado!

En su camino de regreso, el equipo de Joaquín intentaba hacer hipótesis, estaban muy emocionados por la investigación, Linda revisaba un libro intentando relacionar los textos que encontraron para poder descifrarlos – ¿Qué buscas? Las fotos están en las cámaras – Le preguntó Billy en tono de burla – Se me quedó una palabra grabada y es lo que intento encontrar – Dijo Linda al tiempo que marcaba un conjunto de silabas con su pluma, las cuales juntó para formar una primera palabra – ¿Bulutzu? –.


La hormiga y la mazorca

Una vez, en una colonia de hormigas, había una que trabajaba sola en la recolección de comida, siempre que iniciaba la temporada de recolección ella se iba muy lejos en búsqueda de algo grande para llevar, pero cuando lo encontraba lo ocultaba, las demás hormigas trabajan juntas y se ayudaban todo el tiempo, pero esta hormiga descansaba todo el verano, y justo antes de que la temporada terminara, iba a su escondite secreto para llevarse ese alimento y así no recibir castigo por no aportar nada, y además se llevaría todo el crédito ella sola por esa cantidad. Entre las cosas que solía llevar se encontraban trozos grandes de azúcar, piezas de pan y hojas de té. Al ser objetos grandes siempre batallaba para trasladarlos, pero pensaba que valía la pena a cambio de no hacer nada todo el verano.

Un día inició la nueva temporada de recolección, y la hormiga, como de costumbre, fue a buscar ese alimento que sería su boleto al descanso y su aporte a la colonia, mientras se alejaba del hormiguero se encontraba con compañeras suyas, quienes llevaban algunos objetos pesados, ellas le pedían ayuda a la hormiga, pero esta siempre ponía excusas y seguía su camino – Eso es trabajo innecesario – Pensaba.

La hormiga siguió avanzando hasta que llegó a un maizal, ahí se encontró a un gusanito arriba de una mazorca, el gusanito al ver a la hormiga se asustó y le rogó porque lo dejara vivir – Por favor hormiga, no me mates, no llames a tus amigas – Le rogó el gusanito – ¿De qué hablas? – Respondió la hormiga – No le voy a hablar a mis compañeras, y matarte yo sola sería mucho trabajo, además, tu olor haría que vinieran – El gusanito estaba confundido – ¿No quieres que te ayuden tus amigas? – Le cuestionó – No, no me gusta estar trabajando, prefiero guardar comida al inicio del verano y llevarla justo al final de la estación – Dijo la hormiga platicándole su costumbre – ¿Y alcanzas a llevar en un día toda la comida que consumes en invierno? – Preguntó sorprendido el gusanito – No sé, nunca me lo cuestioné, pero da igual, somos muchas y nunca me dejan sin comida siempre y cuando lleve algo – Respondió la hormiga – Bueno, mira, podrías llevarte una de estas mazorcas, es mucha comida y seguro les va a gustar en tu hormiguero – La hormiga lo pensó y accedió, sería una heroína y se convertiría en la hormiga que más comida hubiera llevado de un solo viaje, pero había un problema, no había donde esconderla, y tampoco podía cargarlo, nunca había llevado algo tan pesado, pero la hormiga dentro de su flojera decidió dejar la mazorca justo donde estaba, tenía todo un verano para pensar en cómo se la llevaría.

Los días pasaron y la hormiga no recordaba ni se preocupaba por cómo iba a trasladar la mazorca, hasta que llegó el final de la recolección, mientras la hormiga almorzaba les avisaron que era el último día para entregar suministros, ella recordó su problema con la mazorca y salió a toda prisa del hormiguero, con el miedo a que su hallazgo hubiera sido robado, cuando llegó notó con preocupación que el campo estaba vacío, a excepción de su mazorca, y al lado de ella estaba el gusanito – Hola amiga hormiga, los humanos vinieron por sus cosechas, pero como me vieron aquí entonces no se llevaron esta mazorca – El gusanito le había ayudado con ese problema – Muchas gracias gusanito, me salvaste – Dijo la hormiga agitada, pero ahora tenía que resolver el cómo llevarla hasta el hormiguero, intentó cargarla, empujarla y jalarla pero no logró conseguir que se moviera, se le ocurrió tomar una piedra para golpearla y ver si así se movía, pero al hacerlo no pasaba nada, la mazorca seguía intacta, a excepción de un grano de maíz que se le había desprendido, entonces pensó en lo que sería su única alternativa, quitar todos los granos y llevar de uno por uno, pero el hormiguero estaba muy lejos, aun así la hormiga comenzó a llevar los granos por separado, pues no quería ser expulsada de su hogar, para su fortuna su amigo gusanito junto con otros animales que él conocía le ayudaron, fue un día muy cansado para la hormiga, quien terminó exhausta a pesar de haber tenido tanta ayuda y sin la cual no lo habría logrado, le ayudo a valorar el trabajo en equipo, y a partir de ese día la hormiga ayudó a sus compañeras y fue responsable en su recolección.


El micrófono mágico

Tony era un niño de segundo grado de primaria, era un poco travieso, pero era aplicado y quería mucho a sus amigos, su travesura más grande había sido cambiar el número de los salones el primer día para confundir a los estudiantes y que entraran a otro salón.

Un día mientras estaba en clase, una compañera suya, Sofía, pasó a exponer sobre una tarea que les habían dejado el día anterior, mientras lo hacía alguien le lanzó un pedazo de torta y Sofía empezó a llorar, su maestra, quien estaba sentada en la fila del frente viendo la exposición se levantó muy enojada – ¿Quién fue? – Preguntó furiosa, pero nadie sabía quién había sido, pues no lo vieron, a excepción de José, quien aseguró que Tony lo había hecho, la maestra se sorprendió, pues, a pesar de que Tony era algo travieso, nunca se habría imaginado que le hiciera eso a alguien, Tony aseguraba que él no había sido, pero la maestra no le creyó y lo castigó, creyendo que era lo mejor antes de que el comportamiento de Tony pudiera empeorar.

Esa noche Tony estaba acostado en su cuarto, muy molesto con la maestra y con sus compañeros que no lo defendieron, estaba tan molesto que no podía dormir, de pronto notó un brillo que salía por el borde de su puerta, se levantó de su cama y salió de la habitación, ese resplandor parecía venir de la cocina, lo siguió y en la mesa vio que había un micrófono brillando, lo tomó y la luz desapareció, pero el micrófono seguía ahí en sus manos, lo encendió y cuando iba a hablar escuchó la voz de su mamá – Tony ¿Estás ahí? – Tony bromeando intentó responderle como si fuera su papá – No, soy yo – Pero al entrar su voz al micrófono se escuchó como si en realidad hubiera sido su papá el que respondía – Ah bueno, ya me voy a dormir – Respondió la madre de Tony y se fue, Tony estaba impresionado, era un micrófono que le cambiaba la voz, pensó en su maestra y habló como si fuera ella – Niños hoy no hay tarea – Y como lo esperaba, la voz de su maestra fue la que salió del micrófono, Tony maravillado guardó el micrófono en su mochila y se fue a dormir.

Al día siguiente en la escuela Tony se sentó hasta atrás, donde nadie lo pudiera ver, más tarde, la maestra estaba concentrada revisando exámenes mientras los niños trabajaban, Tony sacó su micrófono y lo escondió debajo de la mesa, se agachó para no ser visto y pensando en la voz de su maestra dijo – Niños pueden salir a jugar – Todos los niños se levantaron gritando y corrieron a la puerta para salir del salón, la maestra confundida corrió atrás de ellos diciéndoles que se metieran, pero justo en ese momento iba pasando el director – Maestra ¿Qué hacen esos niños afuera? – Preguntó de forma enojada – No lo sé director, solo brincaron y se salieron corriendo – Respondió confundida la maestra – Pues contrólelos – Respondió el director, la maestra se fue a llamar a los niños que estaban en el patio y el director se fue a su oficina, mientras tanto Tony, que había escuchado todo, caminó escondido por fuera de los demás salones llamándole a los maestros fingiendo la voz del director, diciéndoles que debían ir a una junta en el auditorio municipal y que él se quedaría con los alumnos. Los maestros se fueron diciéndole a sus alumnos que se quedaran sentados esperando al director, pero más tarde nuevamente Tony pasó diciéndole a los niños que podían salir a jugar.

Todos los alumnos estaban afuera de los salones, Tony a escondidas usaba su micrófono para decir cosas sobre algunos alumnos con voz de otros, le causaba mucha gracia, pero esto provocó peleas y, al no tener supervisión, otros niños pequeños se habían lastimado en el área de juegos, Tony había provocado un desastre, fue a la oficina del director y no había nadie, pues el director había salido. Preocupado, Tony pensó en usar el micrófono para intentar hacer que los alumnos volvieran a sus salones, pero nadie lo escuchaba, Tony se desesperó y se asustó, ya no sabía qué hacer y todo podría empeorar, justo en ese momento regresó su maestra, quien se encargó de mandar a todos los niños a sus salones de vuelta, Tony fue el primero en regresarse, seguía espantado y decidió deshacerse de ese micrófono aprovechando que nadie lo veía, pero al momento de haber tenido esa idea el micrófono volvió a brillar y desapareció.

Todos los niños entraron a sus salones y los maestros fueron regresando a la escuela, esa tarde regañaron a todos, pero aún así, al final del día Tony fue y abrazó a su maestra, prometiéndole que ya no iba a hacer travesuras, y ella le prometió que sería más comprensible.

Moraleja. A veces las cosas parecen injustas, pero todos nos equivocamos, lo importante es aceptar el error, comunicar los sentimientos y actuar de forma responsable y sin rencores, además de obedecer y entender las reglas, porque de otra forma se puede salir de control.