Sandra (Parte 2)

Genaro salió de la estación de radio, su turno había terminado, así que decidió ir al hospital para visitar a su amigo Constantino, quería darle todas esas buenas vibras y mensajes de apoyo que le había mandado la audiencia, el camino al hospital era atravesando unos suburbios, donde estaba la casa de Constantino, al pasar por enfrente de la casa, Genaro sintió el peso de una mirada y una corriente de frío que lo hizo voltear hacia el cielo en busca de nubes de lluvia, pero el clima estaba despejado y soleado, volteó hacia la casa de Constantino y vio que la ventana de la sala estaba abierta, tenía unas cortinas que se desplazaban a un ritmo lento hacia adentro y afuera de la habitación, tuvo una sensación extraña al saber que esa casa estaba de momento deshabitada y que sus dueños tenían problemas “extraños”. Genaro quiso ignorar todo eso y continuar su camino, pero tenía una sensación de culpa que no lo dejaba irse, no sin antes cerrar esa ventana, hizo un gesto de desaprobación y se dirigió a esa ventana para cerrarla, pero mientras caminaba pisó algo, bajó la cabeza y vio una muñeca en el suelo, tenía dos coletas y un lindo vestido amarillo, la levantó y pensó en meterla a la casa antes de cerrar la ventana, pero no sabía si era de ahí o si se le había olvidado a alguna niña, buscó por alrededor pero no vio a nadie para preguntarle, entonces prefirió llevársela y preguntarle a Constantino una vez que estuviera con él.

Ya en el hospital se dirigió a la recepción y preguntó por la habitación de Constantino, la habitación estaba en el tercer piso, así que Genaro se fue al elevador aún con la muñeca en sus manos, ya adentro del elevador esta se le cayó, la levantó y en broma le dijo que se quedara quieta, una vez que se abrieron las puertas caminó y paso en frente de una máquina expendedora, le pareció escuchar la voz de una niña –¿Me compras un caramelo?–  no se le hacía extraño pues así eran todos los niños y tal vez había alguno de visita, finalmente llegó a la habitación de Constantino, quien al verlo entrar con la muñeca en sus brazos se emocionó mucho –Hola amigo, gracias por traerla, la extrañaba mucho– Dijo Constantino mientras levantaba los brazos para cargarla, Genaro se la entregó y le platicó sobre el programa –La gente te extraña amigo, y yo igual, así que debes hacer tu esfuerzo para mejorarte pronto– Decía de forma entusiasta, Constantino estaba acomodando el cabello de la muñeca –Si amigo, me dijo el doctor que en poco tiempo podrá darme de alta, pero mientras necesito que alguien me la cuide– Señalando a su muñeca –Ah pues yo pensaba dejarla en la sala de tu casa– Contestó Genaro –No, ella no puede quedarse sola, y tampoco puede quedarse conmigo porque de hecho no dejan que entren niños a este piso, por cierto ¿Cómo te dejaron entrar con ella?– Preguntó Constantino confundido, pero más confundido estaba Genaro por todo lo que le había dicho –Pues… nadie me dijo nada, pero si dejan entrar niños, escuché una niña pedir un dulce afuera– Afirmó Genaro –No amigo, son muy estrictos en ese sentido, en esta área específica del hospital no pueden venir niños– Genaro seguía confundido, mientras pensaba Constantino hablaba con su muñeca –Te vas a ir con Genaro y te vas a portar muy bien– Genaro perdido en su reflexión estiró los brazos para agarrar la muñeca –Vámonos –. Se despidieron y Genaro salió del cuarto con la muñeca, al pasar de nuevo frente a la máquina sacó un billete, compró un chocolate y lo guardó en su bolsa para comérselo en su casa.

Cuando llegó a su casa quería buscar las llaves, pero la muñeca le estorbaba, se sentía menos firme que antes –Si fuera humana parecería que se quedó dormida– Se dijo Genaro a si mismo bromeando, cuando encontró la llave entró, dejó el chocolate en la mesa de la cocina, puso la muñeca en una silla mecedora de la sala y se metió a bañar, cuando salió se colocó su bata de dormir y se sentó en el sofá de la sala para ver la televisión, recordó que había comprado un chocolate, así que se levantó para buscarlo, pero no lo encontró por ningún lado –¿En dónde lo puse?– Se preguntaba mientras rascaba su oreja, finalmente prefirió vestirse para salir a la tienda y comprar otra cosa, pero cuando se acercó a la puerta para salir vio a la muñeca en el suelo, la levantó y la volvió a poner en la silla, nervioso salió y compró una bebida fría, ya de regreso a su casa vio la silueta de una niña en la ventana de su sala, corrió para entrar y sorprender a quien estuviera ahí, pero no había nadie, la muñeca estaba en el sofá, Genaro tampoco estaba muy seguro de haberla dejado ahí, estaba sintiendo un poco de miedo, prefirió dejar esa bebida en el refrigerador e irse a dormir, ya dormido se sentía muy incómodo, el colchón parecía ser más duro de lo normal, como si estuviera dormido en una piedra, tenía mucho calor y no podía controlarlo, nunca había estado así de caliente su cuarto y menos en esa época del año, finalmente como pudo se durmió, en un momento empezó a hablar dormido –No, no puedes dormirte conmigo, vete a dormir a tu lugar– En ese instante se escuchó un llanto muy fuerte de bebé y se despertó, estaba empapado en sudor, todo estaba envuelto en silencio, miró lentamente a su alrededor y en la ventana vio a la muñeca sentada siendo iluminada por la poca luz que llegaba de la calle, se quedó pasmado de miedo en medio de la oscuridad y una calma inquietante, de pronto un repentino ruido de auto encendiéndose rompió el tenso silencio, esto le ayudó a reaccionar, se levantó a prisa y prendió la luz, volteó a la ventana y la muñeca ya no estaba, fue a la sala y tampoco estaba ahí, lleno de miedo salió de su casa, ahí estaba su vecino Lorenzo preparando su carro para salir y llevar a su esposa al hospital, pues iba a dar a luz, Genaro les rogó que lo llevaran también, quería estar lo más lejos posible de su casa, ellos lo notaron bastante asustado y accedieron, después se fueron al hospital.


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