Sandra (Parte 3)

Cuando llegaron al hospital, Lorenzo y su esposa Raquel se dirigieron a urgencias, mientras que Genaro se fue a la habitación de Constantino para platicarle sobre la muñeca, pero cuando llegó, éste tenía a la muñeca abrazada y le acomodaba el cabello –No puede ser, ¿Cómo llegó aquí?– Preguntó Genaro exaltado –Gracias por traer a mi nena Genaro, ya me platicó que le compraste un chocolate, y dice que quiere ver al bebé de tus vecinos cuando nazca– Genaro no creía lo que pasaba, eran demasiadas cosas para una simple coincidencia o imaginación suya –Voy al baño– Dijo nervioso mientras se alejaba, Constantino se veía muy tranquilo con esa muñeca, ¿Sería acaso una mala broma? Pero no quería saber nada de eso, debía tranquilizarse y pensar con claridad, mientras salía del hospital se cruzó con Lizbeth –Hola Genaro– Le saludó de forma alegre –¡Hola Lizbeth, que sorpresa! Creí estabas fuera de la ciudad – Dijo Genaro sorprendido –Si, estaba fuera, pero porque fui a buscar ayuda, justo acabo de regresar y vengo a ver Constantino– Platicó Lizbeth –Pues parece que está bien, ya tiene humor de nuevo para hacer bromas– Respondió Genaro nervioso –¿Qué te hizo ahora?– Preguntó Lizbeth sonriendo –Pues me dio una muñeca para llevármela a mi casa y la cambiaba de lugar, no sé como le hizo o quién le ayudó– Lizbeth se puso repentinamente seria y asustada –Oye, y por cierto, ¿Qué tipo de ayuda fuiste a buscar?– Preguntó Genaro, pero Lizbeth ya no se quedó a platicar y se fue corriendo a buscar a Constantino, Genaro se puso pálido y mareado al pensar que eso no había sido una broma, se tambaleaba, pero hizo su esfuerzo para seguir a Lizbeth.

Ambos llegaron a la habitación de Constantino –¿Dónde está Sofía?– Preguntó Lizbeth alterada, Genaro escuchó el nombre y lleno de pánico confirmó lo que estaba pasando –Ya se fue, va a ver al bebé de Lorenzo y Raquel– Dijo Constantino sin preocupación alguna, Genaro no aguantó más y cayó desmayado. Horas después se despertó, estaba en una cama en el hospital, al lado suyo estaba Lizbeth hablándole –Despierta, Genaro, ¿Qué pasó en tu casa?– Al despertarse Genaro ignoró lo que Lizbeth decía y en cambió preguntó sobre lo que le había pasado, solamente se había desmayado y lo recostaron en esa camilla, enseguida un doctor entró y lo dejó irse –Lizbeth, necesito que me expliques lo que está pasando– Dijo molesto y frustrado –Bueno, te cuento… Cuando perdimos a nuestra bebé la pasamos muy mal, más Constantino, no comía, no platicaba ni hacía nada, yo no tenía fuerza ni ánimos tampoco, Sofía era una muñeca que ya le había comprado a nuestra hija, Constantino no sabía, y con todo el dolor que teníamos decidí ir con una especie de bruja en otro pueblo, ella nos pondría el espíritu de nuestra hija en la muñeca, pero quien está ahí no es mi hija –Genaro estaba asustado y confundido, no podía juzgar, pues se imaginaba el dolor que habrían sufrido –¿Y qué hay que hacer ahora?– Preguntó –Debemos ir por Sofia y liberarla leyéndole un escrito que tengo en mi bolsa, enseguida hay que clavarle este amuleto en el pecho– Dijo mientras levantaba una pequeña piedra azul.

Los dos se fueron a investigar el lugar donde estaban Lorenzo y Raquel, cuando llegaron a la habitación ya no estaban los nuevos padres, solo quedaba Sofia al pie de la cama destendida, en ese momento una enfermera entró a la habitación, ella les confirmó que ya se habían ido a su casa, pues increíblemente Raquel se sentía demasiado bien y quería descansar en su hogar, Lizbeth y Genaro se sentían aliviados, pues Sofía estaba ahí y no tenía nadie a quién pudiera hacerle daño, así que la tomaron y se fueron en el auto de Lizbeth a la casa de Genaro para hacer el ritual de liberación de ese espíritu, durante todo el camino Genaro llevaba a Sofia alzada entre sus brazos, pero la sentía diferente, no había ese peso ni ese estorbo que él recordaba, no quiso darle importancia, quizás ya se había acostumbrado a esa energía.

Una vez que llegaron se fueron a la cocina y dejaron a Sofia sobre la mesa, Lizbeth leyó cuidadosamente ese texto, nada extraño parecía suceder, todo iba saliendo muy bien, al concluir la lectura, Genaro tomó el amuleto con su mano derecha, la elevó y la dejó caer con todo su peso y fuerza sobre el pecho de la muñeca, aquello había llegado a su fin, era demasiado tranquilo, extrañamente tranquilo, pues según las instrucciones de aquella cortante bruja, eso debió haber sido un gran reto y con un final notorio, así que por falta de convencimiento decidieron repetirlo, se cambiaron las tareas y lo leyeron en diferentes velocidades, pero todo seguía igual, esperaban que ese hubiera sido el final definitivo y salieron. Ya estando afuera se despidieron, Lizbeth iría al hospital para ver a Constantino y Genaro intentaría dormir un poco, cuando Lizbeth se fue Constantino decidió ir con los vecinos para visitarlos y ver al bebé, después seguiría con sus planes, tocó la puerta y le abrió Lorenzo –Hola vecino ¿Ya se te fue el susto?– Genaro se río –Si si, ya está todo bajo control– Lorenzo regresó devolvió una sonrisa alegre –Pues pasa vecino– Genaro entró a la casa, en la sala estaba Raquel en un sofá cubierta de cobijas y con su bebé al lado –Deberías estar en tu cuarto Raquel– Sugirió Genaro –Es lo que le dije, pero no quiere, y como es la que más ha trabajado en estas últimas horas ella decide que hacer– Dijo Lorenzo bromeando, Raquel se rio mientras hacía movimientos negatorios con la cabeza –Mejor ayúdame a pararme para ir al baño– Le dijo Raquel a Lorenzo –¿Puedes quedarte con la bebé un rato Genaro?– Le preguntó –Claro vecina– Respondió Genaro, Lorenzo alzó a la bebé y se la dio a Genaro, después acompaño a Raquel y se fueron, Genaro empezó a hacerle ruidos graciosos a la bebé para intentarla hacer reír, después con voz apapachadora le preguntó –¿Cómo está la bebé?– Inesperadamente recibió una respuesta de una voz aguda –Te extrañé, ¿Me compras un caramelo?–.


Sandra (Parte 2)

Genaro salió de la estación de radio, su turno había terminado, así que decidió ir al hospital para visitar a su amigo Constantino, quería darle todas esas buenas vibras y mensajes de apoyo que le había mandado la audiencia, el camino al hospital era atravesando unos suburbios, donde estaba la casa de Constantino, al pasar por enfrente de la casa, Genaro sintió el peso de una mirada y una corriente de frío que lo hizo voltear hacia el cielo en busca de nubes de lluvia, pero el clima estaba despejado y soleado, volteó hacia la casa de Constantino y vio que la ventana de la sala estaba abierta, tenía unas cortinas que se desplazaban a un ritmo lento hacia adentro y afuera de la habitación, tuvo una sensación extraña al saber que esa casa estaba de momento deshabitada y que sus dueños tenían problemas “extraños”. Genaro quiso ignorar todo eso y continuar su camino, pero tenía una sensación de culpa que no lo dejaba irse, no sin antes cerrar esa ventana, hizo un gesto de desaprobación y se dirigió a esa ventana para cerrarla, pero mientras caminaba pisó algo, bajó la cabeza y vio una muñeca en el suelo, tenía dos coletas y un lindo vestido amarillo, la levantó y pensó en meterla a la casa antes de cerrar la ventana, pero no sabía si era de ahí o si se le había olvidado a alguna niña, buscó por alrededor pero no vio a nadie para preguntarle, entonces prefirió llevársela y preguntarle a Constantino una vez que estuviera con él.

Ya en el hospital se dirigió a la recepción y preguntó por la habitación de Constantino, la habitación estaba en el tercer piso, así que Genaro se fue al elevador aún con la muñeca en sus manos, ya adentro del elevador esta se le cayó, la levantó y en broma le dijo que se quedara quieta, una vez que se abrieron las puertas caminó y paso en frente de una máquina expendedora, le pareció escuchar la voz de una niña –¿Me compras un caramelo?–  no se le hacía extraño pues así eran todos los niños y tal vez había alguno de visita, finalmente llegó a la habitación de Constantino, quien al verlo entrar con la muñeca en sus brazos se emocionó mucho –Hola amigo, gracias por traerla, la extrañaba mucho– Dijo Constantino mientras levantaba los brazos para cargarla, Genaro se la entregó y le platicó sobre el programa –La gente te extraña amigo, y yo igual, así que debes hacer tu esfuerzo para mejorarte pronto– Decía de forma entusiasta, Constantino estaba acomodando el cabello de la muñeca –Si amigo, me dijo el doctor que en poco tiempo podrá darme de alta, pero mientras necesito que alguien me la cuide– Señalando a su muñeca –Ah pues yo pensaba dejarla en la sala de tu casa– Contestó Genaro –No, ella no puede quedarse sola, y tampoco puede quedarse conmigo porque de hecho no dejan que entren niños a este piso, por cierto ¿Cómo te dejaron entrar con ella?– Preguntó Constantino confundido, pero más confundido estaba Genaro por todo lo que le había dicho –Pues… nadie me dijo nada, pero si dejan entrar niños, escuché una niña pedir un dulce afuera– Afirmó Genaro –No amigo, son muy estrictos en ese sentido, en esta área específica del hospital no pueden venir niños– Genaro seguía confundido, mientras pensaba Constantino hablaba con su muñeca –Te vas a ir con Genaro y te vas a portar muy bien– Genaro perdido en su reflexión estiró los brazos para agarrar la muñeca –Vámonos –. Se despidieron y Genaro salió del cuarto con la muñeca, al pasar de nuevo frente a la máquina sacó un billete, compró un chocolate y lo guardó en su bolsa para comérselo en su casa.

Cuando llegó a su casa quería buscar las llaves, pero la muñeca le estorbaba, se sentía menos firme que antes –Si fuera humana parecería que se quedó dormida– Se dijo Genaro a si mismo bromeando, cuando encontró la llave entró, dejó el chocolate en la mesa de la cocina, puso la muñeca en una silla mecedora de la sala y se metió a bañar, cuando salió se colocó su bata de dormir y se sentó en el sofá de la sala para ver la televisión, recordó que había comprado un chocolate, así que se levantó para buscarlo, pero no lo encontró por ningún lado –¿En dónde lo puse?– Se preguntaba mientras rascaba su oreja, finalmente prefirió vestirse para salir a la tienda y comprar otra cosa, pero cuando se acercó a la puerta para salir vio a la muñeca en el suelo, la levantó y la volvió a poner en la silla, nervioso salió y compró una bebida fría, ya de regreso a su casa vio la silueta de una niña en la ventana de su sala, corrió para entrar y sorprender a quien estuviera ahí, pero no había nadie, la muñeca estaba en el sofá, Genaro tampoco estaba muy seguro de haberla dejado ahí, estaba sintiendo un poco de miedo, prefirió dejar esa bebida en el refrigerador e irse a dormir, ya dormido se sentía muy incómodo, el colchón parecía ser más duro de lo normal, como si estuviera dormido en una piedra, tenía mucho calor y no podía controlarlo, nunca había estado así de caliente su cuarto y menos en esa época del año, finalmente como pudo se durmió, en un momento empezó a hablar dormido –No, no puedes dormirte conmigo, vete a dormir a tu lugar– En ese instante se escuchó un llanto muy fuerte de bebé y se despertó, estaba empapado en sudor, todo estaba envuelto en silencio, miró lentamente a su alrededor y en la ventana vio a la muñeca sentada siendo iluminada por la poca luz que llegaba de la calle, se quedó pasmado de miedo en medio de la oscuridad y una calma inquietante, de pronto un repentino ruido de auto encendiéndose rompió el tenso silencio, esto le ayudó a reaccionar, se levantó a prisa y prendió la luz, volteó a la ventana y la muñeca ya no estaba, fue a la sala y tampoco estaba ahí, lleno de miedo salió de su casa, ahí estaba su vecino Lorenzo preparando su carro para salir y llevar a su esposa al hospital, pues iba a dar a luz, Genaro les rogó que lo llevaran también, quería estar lo más lejos posible de su casa, ellos lo notaron bastante asustado y accedieron, después se fueron al hospital.


Sandra (Parte 1)

Mi compañero sigue igual, lamento el retraso pero hubo unas dificultades en el hospital, como todos sabrán mi amigo Constantino hace poco tiempo fue llevado al hospital, hoy que fui a verlo con tantas ilusiones de encontrarlo mejor me doy cuenta de que eso que hay dentro de él no pasará pronto, el afirma que habla, pero solo él la escucha, ¿Qué le dice? No lo sabe nadie, es un secreto de ellos dos, pero entonces, ¿Por qu´é no mejor ocultar que le habla? porque lo dijo después de que se le interrogara con quien hablaba. En fin, muy buenos días a todos los radioescuchas, de nuevo su amigo Genaro, hoy como siempre tenemos una gran y especial transmisión para todos ustedes, coincidiendo con estos temas, se cumple el aniversario del hospital general de Sincritos, y en transmisión especial esperamos llamadas suyas con sus experiencias o anécdotas de este lugar, al que todos guardamos con cariño pues llegó justo cuando más se necesitaba, y con sus ferrocarriles de comunicación justo nos dijo que nos quedemos aquí, así que ya lo saben, esperamos sus llamadas.

(Ring) –¿Bueno? –Hola buenos días, quisiera hablar del hospital, pues toda mi familia ha ido siempre ahí, y es como una tradición tener a ese hospital de cabecera– Así es mi amigo, toda una tradición -Si, y quiero de paso aprovechar para pedir a la comunidad si supieran algo de mi hija, hace unos tres meses que no se sabe nada de ella, gracias– pib… pib…

–Qué extraño, no dijo ni su nombre–(Ring) –¿Hola? –Hola, yo quiero mandarte apoyo y ánimo que ya saldrá Constantino adelante, Pero… ¿Qué le pasó? –Bueno, antes que nada muchísimas gracias por la llamada y el apoyo, y si esperamos que pronto se reponga, Constantino ha sido mi amigo desde la preparatoria, y desde que lo conocí tenía una novia, se llamaba Lizbeth, y según tenían poco tiempo siendo novios, él la quería mucho y al parecer ella también a él, eran una cosa de otro mundo, separados eran grandes personas, pero juntos, un equipo indestructible, algo totalmente admirable pues siempre estaban ahí el uno para el otro, pero años después hubo un problema, ellos querían un hijo, el embarazo se complicó y perdieron a su bebé, iba a ser niña, y obviamente se vinieron abajo los dos, y aquí había otro gran problema, cuando uno se decaía solo el otro lo podía levantar, nadie más, si no había quien les ayudara entonces ¿Cómo saldrían de eso?. Un día se les vió que iban por la calle los dos aparentemente recuperados y muy felices, llevaban a una niña en una carriola, bueno en realidad no sé qué llevaban pero iban con una carriola, eso fue hace como dos años, Constantino ya estaba bien, salíamos juntos y él no descuidaba su trabajo, para ese tiempo estábamos los dos trabajando en una fábrica, él se salió primero pues entró a trabajar aquí, y hace como tres meses llegué yo, un día me llamaron y me dijeron que estaba en el hospital, me espanté muchísimo y fui a ver qué había pasado, se había intentado matar, parece que su novia lo había dejado, y tuvo algún problema de salud, dicen los doctores que muy probablemente fue por esa misma causa, y hace algunas semana fue cuando comenzó a decir que esa muñeca le hablaba, que ahora que recuerdo esa muñeca se la había regalado una vez su novia de aniversario, el pobrecillo ha de sentir que le habla a ella –Es una historia triste amigo, esperamos que pronto esté mejor, extrañamos escucharlo –Muchas gracias–.

(Ring) –¿Bueno? –Hola Genaro –¿Quién habla? –Esa muñeca se llama Sofia, y la compramos cuando arreglamos el cuarto para nuestra hija, y no, yo no dejé a Constantino –¡¿Lizbeth?! –.