Una vez, en una colonia de hormigas, había una que trabajaba sola en la recolección de comida, siempre que iniciaba la temporada de recolección ella se iba muy lejos en búsqueda de algo grande para llevar, pero cuando lo encontraba lo ocultaba, las demás hormigas trabajan juntas y se ayudaban todo el tiempo, pero esta hormiga descansaba todo el verano, y justo antes de que la temporada terminara, iba a su escondite secreto para llevarse ese alimento y así no recibir castigo por no aportar nada, y además se llevaría todo el crédito ella sola por esa cantidad. Entre las cosas que solía llevar se encontraban trozos grandes de azúcar, piezas de pan y hojas de té. Al ser objetos grandes siempre batallaba para trasladarlos, pero pensaba que valía la pena a cambio de no hacer nada todo el verano.
Un día inició la nueva temporada de recolección, y la hormiga, como de costumbre, fue a buscar ese alimento que sería su boleto al descanso y su aporte a la colonia, mientras se alejaba del hormiguero se encontraba con compañeras suyas, quienes llevaban algunos objetos pesados, ellas le pedían ayuda a la hormiga, pero esta siempre ponía excusas y seguía su camino – Eso es trabajo innecesario – Pensaba.
La hormiga siguió avanzando hasta que llegó a un maizal, ahí se encontró a un gusanito arriba de una mazorca, el gusanito al ver a la hormiga se asustó y le rogó porque lo dejara vivir – Por favor hormiga, no me mates, no llames a tus amigas – Le rogó el gusanito – ¿De qué hablas? – Respondió la hormiga – No le voy a hablar a mis compañeras, y matarte yo sola sería mucho trabajo, además, tu olor haría que vinieran – El gusanito estaba confundido – ¿No quieres que te ayuden tus amigas? – Le cuestionó – No, no me gusta estar trabajando, prefiero guardar comida al inicio del verano y llevarla justo al final de la estación – Dijo la hormiga platicándole su costumbre – ¿Y alcanzas a llevar en un día toda la comida que consumes en invierno? – Preguntó sorprendido el gusanito – No sé, nunca me lo cuestioné, pero da igual, somos muchas y nunca me dejan sin comida siempre y cuando lleve algo – Respondió la hormiga – Bueno, mira, podrías llevarte una de estas mazorcas, es mucha comida y seguro les va a gustar en tu hormiguero – La hormiga lo pensó y accedió, sería una heroína y se convertiría en la hormiga que más comida hubiera llevado de un solo viaje, pero había un problema, no había donde esconderla, y tampoco podía cargarlo, nunca había llevado algo tan pesado, pero la hormiga dentro de su flojera decidió dejar la mazorca justo donde estaba, tenía todo un verano para pensar en cómo se la llevaría.
Los días pasaron y la hormiga no recordaba ni se preocupaba por cómo iba a trasladar la mazorca, hasta que llegó el final de la recolección, mientras la hormiga almorzaba les avisaron que era el último día para entregar suministros, ella recordó su problema con la mazorca y salió a toda prisa del hormiguero, con el miedo a que su hallazgo hubiera sido robado, cuando llegó notó con preocupación que el campo estaba vacío, a excepción de su mazorca, y al lado de ella estaba el gusanito – Hola amiga hormiga, los humanos vinieron por sus cosechas, pero como me vieron aquí entonces no se llevaron esta mazorca – El gusanito le había ayudado con ese problema – Muchas gracias gusanito, me salvaste – Dijo la hormiga agitada, pero ahora tenía que resolver el cómo llevarla hasta el hormiguero, intentó cargarla, empujarla y jalarla pero no logró conseguir que se moviera, se le ocurrió tomar una piedra para golpearla y ver si así se movía, pero al hacerlo no pasaba nada, la mazorca seguía intacta, a excepción de un grano de maíz que se le había desprendido, entonces pensó en lo que sería su única alternativa, quitar todos los granos y llevar de uno por uno, pero el hormiguero estaba muy lejos, aun así la hormiga comenzó a llevar los granos por separado, pues no quería ser expulsada de su hogar, para su fortuna su amigo gusanito junto con otros animales que él conocía le ayudaron, fue un día muy cansado para la hormiga, quien terminó exhausta a pesar de haber tenido tanta ayuda y sin la cual no lo habría logrado, le ayudo a valorar el trabajo en equipo, y a partir de ese día la hormiga ayudó a sus compañeras y fue responsable en su recolección.