Una simple coincidencia

Felipe era un perrero que vivía solo, tenía una personalidad dulce con la gente dulce y agresiva con la gente agresiva, su trabajo no era tan fácil cuando encontraba a un perro tierno, un día vio a una mujer paseando con su mascota, quedó tan asombrado por el entendimiento y encanto que transmitían aquella mujer y su amigo peludo, pero tan rápido como la vio llegar, la vio irse, Felipe no entendía porque no podía tener valor de hablarle a nadie, él quería estar con alguien, pero no podía. Este tema lo hacía pensar cada que salía a caminar.

Un día vio como una niña ayudaba a un pequeño cachorro a salir de un río, cuando el perro salió Felipe le dijo a la niña que debía llevárselo a la perrera, la niña llena de lágrimas con el perro en las manos le dijo que no, que ella cuidaría de ese pobre animal, Felipe le preguntó que si sus padres estarían de acuerdo con eso, la niña dijo que debía preguntarles, pero había un problema, ella se había perdido, Felipe preocupado le preguntó si sabía su dirección y ella le dijo que sí, entonces Felipe dijo que la llevaría hasta su casa y aprovecharía para preguntar a sus padres.

En el transcurso del camino Felipe le preguntó que como se llamaba, Eliza era su nombre -muy bien, yo soy Felipe- Eliza le preguntó que si se consideraba un hombre malo por atrapar a los perros, el tranquilamente le dijo que sólo los llevaba a un lugar donde ellos iban a estar más cómodos y serían libres, ella no dudo la respuesta y siguieron con la plática, les gustaba el mismo equipo de fútbol, ir al cine y cantar como locos, en un momento Felipe le preguntó a Eliza que como se perdió, ella dijo que iba a la casa de su abuelita con su padrastro, y que se iba comiendo un helado, pero que el carro se descompuso por lo que ella y su padre bajaron, pero se recostó bajo un árbol y se quedó dormida, cuando despertó no había nadie.

Finalmente llegaron a la casa, Felipe se adelantó a tocar la puerta mientras que Eliza se quedó un poco atrás jugando con el cachorro, antes de que Felipe llamara a la puerta escuchó como adentro dos personas discutían – ¡¿Como es posible que se te haya perdido Eliza?! – Pues alguien me golpeó y desperté y no estaba ya -. Eso fue algo extraño para Felipe, pero finalmente tocó la puerta, salió un señor preguntándole que quería, Felipe le contó lo que había pasado y que traía a Eliza, además le platicó sobre el permiso para quedarse con el cachorro, pero la cara de aquel hombre en lugar de ser felicidad y alivio por encontrar a su hijastra, parecía más bien de enojo y desaprobación. En ese momento una mujer salió también a la puerta y vio a Eliza con un cachorrito, sus ojos se llenaron de lágrimas y corrió a abrazar a la niña, esta le contó todo y la madre accedió a cuidar del cachorro advirtiéndole que debía ser responsable y tener siempre lo que el cachorro necesitara, Felipe dijo que podía ir al día siguiente y llevarle algunas cosas, todos asintieron y Felipe se fue, intentando evitar la exposición de enojo de aquel hombre, quien todo el tiempo permaneció serio.

Al día siguiente Felipe llegó a aquella casa y llamó la puerta, aquel hombre salió y apenas Felipe abrió la boca para decir algo, el hombre lo amenazó con que se fuera y no volviera, pues él había planeado perder a Eliza, en un lugar que ella no conocía y dónde nadie la iba a identificar, para que en un segundo ese hombre echara a perder sus planes, y que además la noche anterior Eliza se la había pasado contándole a su madre del hombre que la salvó y que tenía muchas cosas que a ella le agradaban, mientras decía todo eso no se percató de que una vecina lo oía. Finalmente, Felipe se fue muy triste y le dijo que por lo menos le permitiera dejar ahí todo lo que había llevado, pero el sujeto no se lo permitió, Felipe se marchó con su cabeza confundida, había sido tratado muy mal, pero le preocupaba Eliza, y quería volver a ver a la madre de ella, pero no iba a poder volver a intervenir en eso.

Por la tarde Felipe llegó a la perrera para entregar cuentas del trabajo del día y vió a Eliza con su madre, lo estaban esperando, la vecina le había contado todo, y junto con los antecedentes de aquel mal hombre, Rosa, la madre de Eliza, lo corrió, y el motivo de su visita a la perrera era invitar a Felipe a que las acompañara a ver un partido de fútbol y después a cenar, y así lo hicieron, Eliza se quedó dormida abrazando a Felipe y él sintió mucho cariño, las acompañó a su casa y dejó a Eliza en su cama, se despidió de Rosa y se fue, había sido un gran día para Felipe.

Por los próximos días él las encontraba en su trabajo al final del día para que hicieran cosas juntos, no podía esperar a que el día acabará para estar con ellas, se había encariñado tanto, un día Felipe salió temprano y pensó en ir él a la casa de ellas y sorprenderlas, pero cuando llegó vio afuera de la casa a la antigua pareja de Rosa, desde afuera este amenazó con que tomaría posesión de esa casa, pues había hecho que Rosa sin darse cuenta firmara un contrato, y aunque la casa era pequeña, era lo único que tenían ellas, Felipe llegó muy enojado y encaró a aquel hombre, esta vez Felipe fue quien no lo dejó hablar, le dio un tremendo recto a la cara que mandó a aquel tipo al suelo, este se levantó furioso y regresó el golpe, ninguno estaba dispuesto a perder, fue necesaria la intervención de los vecinos para separarlos y mandar a cada uno a su casa.

Felipe se sentía lastimado, pero más preocupado, mientras que aquel hombre se salía con las suyas y les daba una prórroga de 3 días para que la niña y su madre dejarán su casa, Felipe les dijo que se fueran a vivir con él, pero Rosa había decidido irse de esa ciudad para vivir en la casa de su madre, todos estaban destrozados por dentro, y Felipe no sabía qué hacer, finalmente el día que Rosa y Eliza se dirigían al aeropuerto se vieron interpuestas por ese mal hombre que no las dejaba en paz, y de forma paralela, Felipe iba decidido con una maravillosa y arriesgada, pero muy deseada propuesta, era imposible evitar que estos dos se volvieran a enfrentar, cuando sucedió se vieron uno al otro y esperaron cualquier movimiento contrario para atacar, Felipe se adelantó, dos pasos y… ¡Sorpresa! Aquel hombre salió corriendo.

Ya sin presión más que los nervios propios, Felipe dijo lo que tenía que decir, con la mayor emoción y temor que nunca antes había sentido.

Dos años después encontramos a Felipe cómo fundador de una campaña de ayuda animal, tan exitosa, con mucho apoyo y financiamiento por empresas importantes, todos los animales solos o abandonados van a un gran refugio, lugar donde pueden estar cómodos y ser libres, pues no le iba a mentir a su hija.