Mía era una niña muy juguetona, vivía en una pequeña ciudad en una pequeña casa blanca con un pequeño patio trasero, en su patio había un pequeño árbol y en ese árbol Mía tenía una pequeña casita que le había hecho su papá.
Todos en esa ciudad conocían a Mía, y la reconocían porque siempre llevaba un listón rosa en su cabello, se lo había regalado su papá antes de irse a un viaje de negocios, a Mía le gustaba mucho ese listón.
Un día Mía recibió una noticia por parte de su mamá, su papá ya iba a volver de su viaje, Mía se emocionó bastante y se fue a cambiar de ropa usando su listón rosa, su mamá le había dicho que no se ensuciara para que cuando su papá llegara la encontrara limpia, así que Mía se fue a jugar en su casa del árbol, pues ahí no habría riesgo de manchar su ropa.
Más tarde Mía sintió un poco de sueño y decidió irse a acostar a su cuarto, pero cuando estaba bajando del árbol su listón se jaló con una rama, se soltó de su cabello y salió volando, Mia corrió persiguiendo su listón que era desplazado por los aires, hasta que este se elevó más y se perdió totalmente entre las nubes.
Mía regresó preocupada a su casa, no tenía su listón y su papá iba a estar triste, así que rápido intento sustituir su moño con algo que encontrara por la casa, fue al cuarto de su mamá y tomó una bufanda rosa y se la puso en la cabeza, pero estaba tan grande que le daba mucho calor, así que fue a buscar otra cosa, entró a la sala y vio un adorno de escarcha rosa, intentó ponérsela en la cabeza pero este se deshacía y le provocaba picazón, prefirió seguir buscando, llegó a su cuarto donde encontró un pequeño plumón rosa, este parecía confundirse entre su cabello, pero era tan rígido que le incomodaba, en eso su mamá la llamó para comer, Mía se sentó en la mesa frente a un plato de spaghetti, estaba tan desesperada que tomó una tira y se la acerco a la cabeza, cuando iba a colocarse el spaghetti en el cabello su mamá la vio y la detuvo, le preguntó que dónde estaba su listón y Mía empezó a llorar, le contó lo que había pasado y cómo estuvo intentado reemplazarlo, también le contó su preocupación sobre lo triste que estaría su papá al ver que perdió su regalo, su mamá escuchándola sonrió, la abrazó y la tranquilizó, su papá iba a estar feliz por volver a verla y no tenía por qué estar triste, Mía se calmó un poco, aunque seguía triste por haber perdido el regalo de su padre.
Más tarde alguien llamó a la puerta, Mía se dirigía a abrir pero su mamá desde lejos le gritó que esperara, Mía confundida volteó para preguntarle por qué y la vio apresurada bajando las escaleras con un pequeño listón rosa en la mano, se lo puso a Mía y después abrieron la puerta, era su papá, Mía lo abrazó y le enseñó el listón que tenía, su papá la miro cariñosamente y después la abrazó, luego se acercó la mamá y se abrazaron todos, el papá de Mía se dirigió a su Mamá – ¿Y el listón que te regalé? – Le preguntó – Perdón, es que se me perdió – Respondió mientras le giñaba el ojo a Mía.
Fin.