El día que no salió el sol

Había una vez un niño llamado Daniel, tenía problemas para dormir, pues su casa estaba al lado de una fábrica de focos, y esta fábrica trabajaba de noche porque así era más fácil para los trabajadores comprobar que los focos encendieran y tuvieran un correcto funcionamiento.

Con el tiempo Daniel se acostumbró a no poder dormir en las noches, pues además de las luces de la fábrica, también los ruidos que causaban las máquinas ayudaban a mantenerlo despierto. Su solución fue sencilla, él se iba por la mañana a la escuela, todas las tardes, regresando a su casa “cenaba” y se iba a dormir y se despertaba al anochecer, justo cuando la fábrica empezaba a trabajar, en ese momento tomaba su “desayuno”, hacía sus tareas, jugaba, se bañaba, comía y se cambiaba para irse nuevamente a la escuela, todo mientras sus papás dormían. Mientras sus compañeros batallaban para despertarse e ir a la escuela, él ya estaba listo para regresar a dormir apenas se terminaran las clases.

Un día, mientras Daniel estaba dormido, una tormenta afectó la conexión eléctrica de la ciudad y provocó que se fuera la luz. La fábrica no trabajó esa noche y al no hacer ruido, Daniel no se despertó al anochecer como de costumbre, si no al amanecer, él no sabía lo que había ocurrido, sus ventanas estaban tapadas para no ser molestado por la luz del sol mientras dormía por las tardes, y, por si fuera poco, su reloj marcaba las 8:00, la hora a la que se despertaba en la noche. Así que no pudo darse cuenta que ya era de día. Daniel estuvo todo el día haciendo sus actividades cotidianas, las que se suponía hacía en la noche, incluyendo el arreglarse para irse a la escuela, cuando salió de su casa ya había anochecido otra vez, pero lo confundió con la oscuridad de las mañanas, las calles estaban un poco transitadas por las personas que regresaban de sus casas para trabajar y las tiendas estaban abiertas, no había nada anormal.

Daniel llegó hasta la parada del autobús que lo llevaría a su escuela, los minutos pasaban y ningún camión llegaba, Daniel tenía pendiente por llegar tarde, así que prefirió caminar hasta su escuela, continuó su trayecto a medida que las calles parecían menos transitadas, al llegar a la escuela el ambiente estaba desértico, los pasillos eran fríos y mientras caminaba escuchaba sus pisadas, sin mencionar que no se veía nada, era extraño que para esas horas aún no saliera el sol.

Daniel empezó a preocuparse, el mundo parecía presentar un extraño fenómeno, no había sol ni gente, como en todas aquellas historias donde quedaba solo una persona en todo el mundo, y como aquellas historias lo decían, solo él podía ser el salvador del planeta, pero primero debía descubrir que sucedía, caminó por la calle sin éxito, todo estaba igual de vacío.

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Más adelante se topó en la calle con otro explorador, llamado Tommy, al igual que Daniel, estaba buscando la razón del por qué dejó de salir el sol, como no tenían hipótesis ni pistas decidieron reconstruir los hechos desde la última vez que los rayos solares habían iluminado la ciudad. Daniel platicó su rutina diaria y la forma en que simplemente desapareció el cuerpo celeste, mientras que la descripción de Tommy era un tanto más intrigante, él estaba en su patio bebiendo jugo, cuando un objeto cayó del cielo y lo golpeó, después de eso no recordaba nada, solo el haber despertado en la oscuridad.

Daniel creyó que sería buena idea que fueran a buscar aquel objeto, podría ser la clave de lo que estaba ocurriendo, así que sin perder tiempo corrieron hasta la casa de Tommy y buscaron algún instrumento o cosa irregular en el suelo del patio, lo que encontraron fue una pequeña esfera blanca ¡Parecía un sol en miniatura! Posiblemente esa era la razón y algo había encogido el sol, debían encontrar la manera de volverlo a poner en su sitio lo más pronto posible, intentaron con varios métodos, una resortera, una pistola a chorro, una catapulta casera e incluso lanzarla con la mano, pero en todos sus intentos esa esfera terminaba cayendo de nuevo al suelo.

De pronto a Tommy se le ocurrió atar la esfera a un globo y que éste la elevara hasta su lugar natural, Daniel estuvo de acuerdo, y para su fortuna, él tenía lo necesario en su casa, así que fueron a buscar el material y después se dirigieron a un campo abierto para preparar el lanzamiento, era muy tarde pero estaban cerca de la solución, colocaron una pequeña canastita en el extremo del hilo del globo y ahí dentro depositaron la esfera, finalmente lo soltaron, su invento se elevaba de a poco, parecía que iba a tomar mucho tiempo, así que optaron por ir a dormir y revisar al día siguiente si había funcionado.

Daniel estaba en su cama durmiendo muy profundamente cuando unos gritos en la calle lo despertaron – ¡Daniel, funcionó! – Tommy estaba corriendo de un lado a otro extendiendo sus manos al cielo y disfrutando los rayos del sol, Daniel llegó a prisa terminando de ponerse su suéter, ambos se abrazaron, lo habían resuelto y el sol había regresado.

Fin.