Jerónimo se despertó de golpe, se había quedado dormido por algunas horas en el sillón, y peor aún, ¡Había dejado la comida en la estufa! Se fue rápido a la cocina con temor a encontrar algo descompuesto, el gas consumido o en el peor de los casos un incendio. Su sorpresa al llegar fue que no había nada de lo que pensaba, al contrario, la comida estaba servida en un plato y en su mesa, la estufa estaba apagada y perfectamente limpia, de pronto una mano tocó el hombro de Jerónimo y éste brincó del susto -Tranquilo jaja soy yo- Decía Esmeralda, su vecina –Vi que saliste desde temprano y que apenas llegaste hace un rato arrastrando tu mochila, pensé que estarías cansado o distraído, y efectivamente fue así porque dejaste la puerta abierta jaja -Que vergüenza, discúlpame, fue un día muy pesado- Le respondía Jerónimo apenado –Está bien, te sería más fácil si no vivieras solo y tuvieras compañía- Dijo Esmeralda de forma insinuante, Jerónimo respondió con una sonrisa nerviosa y le preguntó a Esmeralda si le gustaría quedarse a comer, después de todo ella había cocinado casi todo, pero no podía quedarse, pues tenía que terminar de remendar unos pantalones que le habían llevado y que debía entregar al día siguiente. Jerónimo le agradeció y Esmeralda se fue.
Lucía estaba en su casa esperando a que la lluvia terminara, estaba ansiosa por regresar al laboratorio y revelar aquellas fotografías, pero el tiempo pasaba y la lluvia no daba muestras de parar pronto, así que decidió intentar guardar su impaciencia e ir al día siguiente, fue a su cocina a prepararse algo de cenar, en ese momento se pagaron todas las luces, la luna había sido tapada por nubes y la casa y la calle estaban totalmente oscuras, para su buena suerte ella ya traía un encendedor en la mano, lo prendió para iluminarse un poco pero al tiempo que apareció esa pequeña llama de luz vio frente a ella al mismo ente que se había aparecido en sus fotos, dio un grito y soltó el encendedor, apagándose y dejando nuevamente todo en oscuridad, se escuchaban pasos pesados en el piso de madera y una sustancia viscosa que caía mientras ella lentamente intentaba retroceder sin golpearse con nada, en un momento el ruido paró, Lucía llegó a la pared, estaba agitada y asustada, la habitación se volvió helada, de pronto sintió un aliento muy caliente en su cuello y un golpe en su pierna que la derribó, quiso gritar pero no le salía la voz, escuchó en el fondo como caía todo de la alacena a la vez que tenía la sensación de ser cubierta por animales pequeños, cuando estaba a punto de desmayarse por el miedo vio la luz de una lámpara que se asomaba por su ventana acompañada de unas voces procedentes de la calle, la puerta de su casa se abrió y alguien entró buscándola y llamándola por su nombre, la luz apuntó a su cara y finalmente se desmayó.
Jerónimo decidió agradecerle a Esmeralda por su atención, le compró unas flores y chocolates, fue a su casa a pesar de la lluvia y llamó a la puerta, Esmeralda salió y no pudo contener la sonrisa cuando vio a Jerónimo que le traía aquel detalle, él entre nerviosismo y un poco de tartamudeo le dijo que gracias por su ayuda y que le había comprado aquello esperando que le gustara, Esmeralda le agradeció su actuar, le comentó que en ese momento tenía la visita de una amiga en su casa pero que pasara para que se conocieran, llegaron a la sala donde estaba Karen sentada leyendo una carta frente a una botella de vino, Esmeralda los presentó a ambos y Jerónimo no pudo evitar preguntar que qué era aquello que leía, era una carta que le había enviado a Esmeralda algún pretendiente, Jerónimo se desanimó y fue al baño, mientras se alejaba escuchaba como Esmeralda y Karen reían y murmuraban, en su camino escuchó como caían gotas de agua en la cocina, entró llamado por la curiosidad y descubrió que efectivamente había goteras, salió por la puerta trasera para ir a su casa y regresar con su herramienta, fue donde estaba aquella fuga y la reparó, cuando estaba terminando Esmeralda y Karen entraron a la cocina un poco afectadas por el alcohol, vieron que había resuelto aquel problema, Esmeralda se acercó y lo abrazó, Jerónimo respondió que no había problema y podría ayudarle en lo que hiciera falta, finalmente decidió despedirse y se fue.
Lucía despertó acostada en la banqueta afuera de su casa, habían sirenas de ambulancias y patrullas, junto a ella estaba Rigoberto, quien la rescató y le contó que había caído un rayo cerca de ahí y que algunas personas tenían crisis nerviosas por el miedo, todo esto se lo decía mientras Lucía miraba desesperadamente a su alrededor, cuando notó que estaba a salvo intentó hablar, pero no pudo, no salió voz de su garganta, Rigoberto notó una extraña marca en su cuello y sumado al intento de Lucia por hablar creyó que se estaba asfixiando con algo, así que llamó a un paramédico que pudiera ayudarles, después de revisarla notó que era una quemadura, al parecer su cuerpo estaba en una temperatura fría y repentinamente esa quemadura contrarrestó tanto que le dañó la garganta y no podría hablar por algún tiempo, Lucía quería contar todo lo que le había pasado pero no podía, le dijeron que la ayudarían a regresar a su casa pero ella se negó rotundamente. Le ofreció el paramédico alojamiento en el hospital, por miedo a que ella también pudiera sufrir alguna crisis nerviosa, Lucía aceptó y se fue en la ambulancia, durante el camino le prestaron un celular para avisarle a algún familiar, ella marcó el número de Nicole y el paramédico le dio la noticia sobre la situación, pues Lucía no podía hablar, Nicole agradeció y afirmó que iría a visitarla en cuanto terminara de trabajar.
A la mañana siguiente Jerónimo fue despertado al recibir una llamada, una señora le llamaba por teléfono y le preguntaba si podría ir a reparar el techo de su casa, pues la noche anterior un árbol había caído y al ser temporada de lluvias eso le traería muchos problemas, Jerónimo dijo que iría lo más pronto posible, se vistió y salió, al lado de su casa se topó con Esmeralda, quien había salido a tirar la basura, ella tenía su pijama puesta y su cabello totalmente despeinado y desarreglado, cuando vio a Jerónimo le dio mucha vergüenza, pues no recordaba lo que había hecho la noche anterior, Jerónimo la había ido a visitar y ella estaba bebiendo, Jerónimo se acercó a ella mientras Esmeralda agachaba la cabeza –Buenos días vecina, ¿Estuvo emocionante la fiesta?- Esmeralda simplemente asintió con la cabeza -¿Y a qué hora se fue tu amiga?- Preguntó Jerónimo, Esmeralda le respondió que ni siquiera se dio cuenta pues se había quedado dormida, Jerónimo recordó la carta del pretendiente secreto, le preguntó que si había salido de su casa en la noche, ella respondió que no, simplemente habían estado en su casa y lo último que recordaba era a él llevándole flores -¿Esas flores?- Preguntaba Jerónimo mientras apuntaba hacia el bote de basura donde Esmeralda recién había tirado cosas -¿¡No puede ser cómo les pasó eso!?- Decía Esmeralda sorprendida a la vez que se disculpaba con Jerónimo, ella no sabía cómo las flores terminaron en su cesto basura y tampoco había revisado lo que iba a tirar, Jerónimo intentó ocultar su decepción, le comentó sobre el trabajo que debía hacer y se fue.